Mario R. Fernández
“Si controlas el petróleo controlas las naciones, si controlas los alimentos controlas los pueblos” Henry Kissinger, Premio Nobel para la Paz en 1973
En la compleja dominación del Imperialismo Norteamericano hay actividades productivas en las que las corporaciones multinacionales que le representan han producido verdaderos desastres humanos y ambientales, no sólo en muchos pueblos del mundo sino en los Estados Unidos mismos.
Posterior a la Segunda Guerra Mundial, el Imperialismo Norteamericano quedó en posición ventajosa para incrementar la explotación del resto del mundo. Sus corporaciones mineras, petroleras, manufactureras, financieras y bananeras, salieron en busca de fortuna con todo lo que tenían a su disposición, incluyendo la ciencia, tecnología, propaganda ideológica, extorsión y fuerza militar. Se consolidó así una dominación económica controlada por una pequeña élite que proclamaba a todas voces el “siglo americano”. Una de las industrias más rentables, que se presentó como solución al problema del hambre en el mundo, fué la industria de los agronegocios. En su presentación como “beneficiaria de la humanidad” y contribuyendo al “desarrollo”, los agronegocios esconden las actividades más siniestras, màs peligrosas para la humanidad toda.
Semillas de Destrucción
En su libro, “Seeds of Destruction The Hidden Agenda of Genetic Manipulation” (Semillas de destrucción. La agenda escondida de la manipulación genética, editado por Global Research, Center for Research on Globalization, de Montreal, Canadá), E. William Engdahl detalla el desarrollo de lo que comenzara en los años 30 del siglo 20 como la estrategia de una élite corporativa para controlar la seguridad alimenticia del mundo, el presente y el futuro de la vida sobre el planeta, en una dimensión nunca antes imaginada.
Engdahl muestra importantes conexiones que existen dentro de la industria de producción de alimentos, industria que se ha convertido en un monopolio mundial, y es la segunda industria más rentable de los Estados Unidos -después de la industria farmaceútica. Este gran negocio americano comienza, con una iniciativa para mayor enriquecimiento y poder, en la Fundación Rockefeller de Nueva York. Esta iniciativa ha involucrado a varios centros científicos de importantes universidades norteamericanas, incluídas Princeton, Standford, Harvard y ha contado con el apoyo del gobierno americano de turno y de algunas de sus instituciones más importantes.
Las corporaciones que producen y comercializan las semillas, los granos y los productos químicos usados en la siembra, son parte de este círculo que incluye no sólo a empresarios de la tierra y autoridades de gobierno americano sino también a varios presidentes de paìses del Tercer Mundo.
El fundador de la Standard Oil, John D. Rockefeller, en 1913 recibió una recomendación para establecer una fundación con su nombre, como forma de evadir el pago de impuestos. Y fundó entonces la Rockefeller Foundation establecida, supuestamente, con la misión de “promover el bienestar de la humanidad a través del mundo.”
Pero uno de los primeros focos de la Fundación, fue encontrar formas de disminuir en el mundo las por ellos catalogadas “razas inferiores.” fue con este fin que la Fundación Rockefeller hace contribuciones financieras al Social Science Research Council, en 1923, financiando investigaciones destinadas a desarrollar técnicas de control de la natalidad a ser aplicadas luego para controlar la reproducción de “indeseables.” En 1936, la Fundación crea y financia la primera oficina de investigación poblacional, en Princeton University, con fines similares de control poblacional.
Entre los primeros proyectos filantrópicos de la Fundación Rockefeller aparece la financiación de la American Eugenic Society. “Eugenics” fue una seudo ciencia; la palabra fue inventada en Inglaterra en 1883 por el primo de Charles Darwin, Francis Galton quien aplicó la teoría de Malthus al reino vegetal y animal en conexión al trabajo de Darwin, EL Origen de las Especies. En los años 20 estos estudios de Galton sirvieron como argumento ideológico para que Rockefeller, Carnegie y otros ricos americanos usaran el concepto de “Darwinismo social” para justificar sus fortunas: era prueba de que ellos representaban un subgrupo “superior” de la especie humana, uno que dominaba por esta razón a otros humanos menos afortunados.
Vale señalar que el presidente de la prestigiosa Stanford University (California), David Starr Jordan, afirmaba en 1902 en su libro “Blood of a Nation” que la pobreza era resultado de la herencia genética, tanto como el talento -la educación (o las oportunidades) no influenciaban demasiado.
La Raza Superior y La Revolución Verde...
Muchos hoy ignoran que la idea de una raza superior nórdica, esa fantasía de pesadilla de la Alemania Nazi, tuvo raíces en los Estados Unidos. Entre 1922 y 1926, la Fundación Rockefeller donó dinero através de su oficina en París para el estudio de “eugenics” y ayudó a crear el Kaiser Wilhelm Institute para la Siquiatría en Berlin (KWG), instituto base de la idea nazi de la raza superior. En años posteriores, Ernst Rudin, el arquitecto del programa de “eugenics” de Adolf Hitler, crearía la ley nazi de esterilización explicada como un “modelo americano” y adoptada en Alemania en 1933. Fue esta la ley que obligó a 400.000 alemanes afectados por la manía depresiva y la esquizofrenia a esterilizarse. Y por esta ley miles de niños alemanes con incapacidades variadas fueron simplementes “eliminados”. La Fundación Rockefeller financió al instituto KWG incluso dentro del Tercer Reich y hasta 1939.
Engdahl explica como, posterior a la segunda guerra mundial, las élites de Estados Unidos se disponen a conquistar todas las áreas económicas del mundo (o la Grand Area), que consistía en la mayor parte del mundo excepto lo que era la esfera de la Unión Soviética. Una de las áreas económicas importantes era la producción de alimentos.
Nelson Rockefeller funda la IBEC (International Basic Economic Corporation) que luego se uniría con Cargill, otro gigante del rubro -para desarrollar híbridos con variedades de semilla de maíz. Estas semillas de maíz se cultivaron inicialmente en Brasil, quien se convirtió en el tercer productor de maíz del mundo -después de los Estados unidos y China. En Brasil se comienza a mezclar el maíz con la soja como alimento de animales, lo que facilita la proliferación de la soja geneticamente modificada, que comienza a ser común en el mercado para fines de los 90.
Esta llamada “Revolución Verde” fue un proyecto Rockefeller que comenzó en México y se expande por casi toda Latinoamérica y luego Asia, en especial a India, como estrategia para controlar la producción de alimentos fundamentales en paises claves del Tercer Mundo -siempre en el nombre de la eficiencia del supuesto “mercado de libre empresa” y en contra de la tambien supuesta “ineficiencia comunista”.
En 1960 la Fundación Rockefeller y la Fundación Ford crean juntas el International Rice Research Institute en Los Baños, Filipinas, con el fin de controlar ahora la producción de arroz. En 1972 estas mismas fundaciones crean centros de investigaciones de la agricultura tropical en Nigeria con fines similares de control.
Através de la Revolución Verde las Fundaciones Rockefeller y Ford trabajan mano a mano con la USAID y la CIA en objetivos específicos en el mundo. Incluyen también al Banco Mundial, que otorga créditos a proyectos de represas de agua y sistemas de irrigación que ellos requieren para facilitar y expandir sus negocios.
Los Rockefeller
La familia Rockefeller expandió sus negocios con el petróleo y la agricultura en paises del Tercer Mundo gracias a su Revolución Verde. Financiaron también varios proyectos poco mencionados en la Universidad de Harvard -proyectos que formarían la infraestructura de la produción de alimentos bajo el control central de unas pocas corporaciones privadas. Sus creadores bautizaron esta entera área como “agronegocios” para diferenciarse del tradicional cultivo sostenido por campesinos que es milenario, el nuevo nombre era necesario. Nadie en su sano juicio hubiese aceptado que una corporación se declarase dueña, o patentara, la agricultura o la domesticación de plantas que está con nosotros por milenios.
En 1985 la Fundación Rockefeller inicia el estudio a gran escala de la ingeniería genética de las plantas para el uso comercial, proveyendo cientos de millones de dólares a centros científicos y “creando” lo que serían las plantas genéticamente modificadas a través de una aplicación de técnicas nuevas producto de la biología molecular a la flora alimenticia del planeta. El arroz fue la primera planta modificada -con dudosa ventaja para el arroz y un número de crecientemente concientes desventajas para el consumidor.
Para fines de los 80 toda una red de científicos entrenados en plantas geneticamente modificadas (Genetic Modified Organisms, GMO o transgénicos) existía. El proyecto necesitaba de un lugar seguro donde implementarse. Ese lugar fue Argentina bajo la presidencia de Carlos Menem. Menen tenía fuertes vínculos con Rockefeller y con su banco, el Chase Manhattan. Las tierras agrícolas argentinas sirvieron de “conejillo de indias” de la llamada Segunda Revolución Verde que involucra a la soja y el quimico glisofato. Argentina fue el lugar experimental de una agricultura totalmente dependiente de semillas transgénicas y quimicos provistos por la misma compañia: Monsanto.
En espacio de ocho años, para el 2004, se habían plantado más de 65 millones de hectáreas a lo ancho del mundo con granos geneticamente modificados, el 25% de la tierra cultivable del mundo. La mayor parte de estos granos se plantaron en Estados Unidos para aumentar la confianza del resto del mundo en los transgénicos, pero también porque los gobiernos norteamericanos de turno eran completamente favorables a los agronegocios. Argentina era el segundo país productor de granos transgénicos, con más de 17 millones de hectáreas cultivadas. Para el 2005 se levanta la prohibición a los transgénicos en Brasil, Canadá, South Africa y China. Todos estos países tienen un significante programa de granos transgénicos.
Europa resistió más, pero en lo que fue Europa del Este la presión corporativa dio resultado y los suelos ricos de Rumania, Bulgaría y Polonia, que tenían regulaciones pobres, fueron campo fértil para los transgénicos. Indonesia, Filipinas, India, Colombia, Honduras y España tienen hoy cultivos transgénicos también.
El caso de Argentina es de notar porque ha sido único, ningún país autosuficiente en alimentos como Argentina hubiese aceptado convertirse en país monocultivador de soja para la exportación en nombre del progreso. Argentina ha sido un peón de los Rockefeller, Monsanto y Cargill Inc. Y para 1991 sirvió de laboratorio secreto de experimentos con granos transgénicos al punto que la administración Menem creó una Comisión de Consejería sobre Biotecnología, completamente seudo científica, que se reunía en secreto y estaba formada por miembros que venían directamente de Monsanto, Syngenta, Dow AgroSciences y otras corporaciones del agronegocio.
Monsanto y Cargill
Monsanto, funciona como un nuevo conquistador vende la semilla de soja resistente al glifosato y el glifosato, y exige no sólo un precio por licencia tecnológica sino que no la semilla comprada no se vuelva a usar al año siguiente sin pagar derechos de patente. Se trata de una nueva servidumbre en la agricultura. Cuando Argentina se niega a pagar los derechos de patente, Monsanto expande su semilla ilegalmente hacia otros países (Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay) contaminándolos y luego los acusa de usar su semilla sin pagar patente. Finalmente, Argentina acepta en el 2004 pagar un 1% de las ventas de grano a los exportadores, Cargill -otro agresivo conquistador aliado de Monsanto. Es un chantage.
Engdahl detalla también como el imperialismo norteamericano le ha impuesto a Iraq (aparte de destrozarlo con bombas), una terapia de “shock” económico que incluye la imposición de un sistema agrícola dominado por los agronegocios de transgénicos. Siendo que Iraq es parte de la Mesopotamia, donde se domesticaron los granos, y que el cultivo ha existido allí por más de 8000 mil años con rica variedad de semillas de trigo que hoy el mundo entero usa sin pagar, la ironía es enorme. Muchas semillas naturales de Iraq eran guardadas en un banco de semillas en Abu Ghraib, la ciudad de las torturas. Este banco fue completamente destruido por bombardeos americanos quizás con intención. Fue pura buena fortuna que el gobierno Iraquí anterior a la invasión haya enviado sus semillas a Siria, donde están hoy almacenadas y a salvo de la destrucción americana.
El agronegocio estadounidense se ha convertido en una estrategia de dominación del mundo, usando su podería de tres y más décadas para destruir cualquier barrera existente al avance de sus monopolios -terminando con regulaciones sanitarias y de seguridad en la agricultura, o usando la Organización Mundial del Comercio (WTO -World Trade Org.) para controlar la agricultura mundial.
Los cultivos han sido generalmente parte del mercado local y base de la existencia humana. Monsanto, DuPont, Dow Chemical y otras gigantes corporaciones de la química y la agricultura han usado el poder político y militar americano para, controlando patentes de semillas, controlar el cultivo de alimentos del mundo. El proyecto va más alla de las semillas e incluye muchos alimentos, leche, cerdos y más.
Engdahl produjo un documento que ayuda a entender esta área de dominación imperial - que se une a otras como el control de las tierras ricas y de las reservas de agua en una estrategia bien planeada por los más ricos del imperio. Si vemos millonarios adquirir extensiones de tierras fértiles y bosques en el Tercer Mundo con la excusa de “proteger el ecosistema” debemos pensar que su fin es controlar. Esta crisis puede crear un espacio que posibilite a los pueblos a alzar su voz en reclamo de su derecho inalienable a cultivar y distribuir sus alimentos enfrentando estos pulpos que quieren esclavizar a la humanidad.
Texto tomado de Rebelión
Imágen: Google Imágenes
“Si controlas el petróleo controlas las naciones, si controlas los alimentos controlas los pueblos” Henry Kissinger, Premio Nobel para la Paz en 1973
En la compleja dominación del Imperialismo Norteamericano hay actividades productivas en las que las corporaciones multinacionales que le representan han producido verdaderos desastres humanos y ambientales, no sólo en muchos pueblos del mundo sino en los Estados Unidos mismos.
Posterior a la Segunda Guerra Mundial, el Imperialismo Norteamericano quedó en posición ventajosa para incrementar la explotación del resto del mundo. Sus corporaciones mineras, petroleras, manufactureras, financieras y bananeras, salieron en busca de fortuna con todo lo que tenían a su disposición, incluyendo la ciencia, tecnología, propaganda ideológica, extorsión y fuerza militar. Se consolidó así una dominación económica controlada por una pequeña élite que proclamaba a todas voces el “siglo americano”. Una de las industrias más rentables, que se presentó como solución al problema del hambre en el mundo, fué la industria de los agronegocios. En su presentación como “beneficiaria de la humanidad” y contribuyendo al “desarrollo”, los agronegocios esconden las actividades más siniestras, màs peligrosas para la humanidad toda.
Semillas de Destrucción
En su libro, “Seeds of Destruction The Hidden Agenda of Genetic Manipulation” (Semillas de destrucción. La agenda escondida de la manipulación genética, editado por Global Research, Center for Research on Globalization, de Montreal, Canadá), E. William Engdahl detalla el desarrollo de lo que comenzara en los años 30 del siglo 20 como la estrategia de una élite corporativa para controlar la seguridad alimenticia del mundo, el presente y el futuro de la vida sobre el planeta, en una dimensión nunca antes imaginada.
Engdahl muestra importantes conexiones que existen dentro de la industria de producción de alimentos, industria que se ha convertido en un monopolio mundial, y es la segunda industria más rentable de los Estados Unidos -después de la industria farmaceútica. Este gran negocio americano comienza, con una iniciativa para mayor enriquecimiento y poder, en la Fundación Rockefeller de Nueva York. Esta iniciativa ha involucrado a varios centros científicos de importantes universidades norteamericanas, incluídas Princeton, Standford, Harvard y ha contado con el apoyo del gobierno americano de turno y de algunas de sus instituciones más importantes.
Las corporaciones que producen y comercializan las semillas, los granos y los productos químicos usados en la siembra, son parte de este círculo que incluye no sólo a empresarios de la tierra y autoridades de gobierno americano sino también a varios presidentes de paìses del Tercer Mundo.
El fundador de la Standard Oil, John D. Rockefeller, en 1913 recibió una recomendación para establecer una fundación con su nombre, como forma de evadir el pago de impuestos. Y fundó entonces la Rockefeller Foundation establecida, supuestamente, con la misión de “promover el bienestar de la humanidad a través del mundo.”
Pero uno de los primeros focos de la Fundación, fue encontrar formas de disminuir en el mundo las por ellos catalogadas “razas inferiores.” fue con este fin que la Fundación Rockefeller hace contribuciones financieras al Social Science Research Council, en 1923, financiando investigaciones destinadas a desarrollar técnicas de control de la natalidad a ser aplicadas luego para controlar la reproducción de “indeseables.” En 1936, la Fundación crea y financia la primera oficina de investigación poblacional, en Princeton University, con fines similares de control poblacional.
Entre los primeros proyectos filantrópicos de la Fundación Rockefeller aparece la financiación de la American Eugenic Society. “Eugenics” fue una seudo ciencia; la palabra fue inventada en Inglaterra en 1883 por el primo de Charles Darwin, Francis Galton quien aplicó la teoría de Malthus al reino vegetal y animal en conexión al trabajo de Darwin, EL Origen de las Especies. En los años 20 estos estudios de Galton sirvieron como argumento ideológico para que Rockefeller, Carnegie y otros ricos americanos usaran el concepto de “Darwinismo social” para justificar sus fortunas: era prueba de que ellos representaban un subgrupo “superior” de la especie humana, uno que dominaba por esta razón a otros humanos menos afortunados.
Vale señalar que el presidente de la prestigiosa Stanford University (California), David Starr Jordan, afirmaba en 1902 en su libro “Blood of a Nation” que la pobreza era resultado de la herencia genética, tanto como el talento -la educación (o las oportunidades) no influenciaban demasiado.
La Raza Superior y La Revolución Verde...
Muchos hoy ignoran que la idea de una raza superior nórdica, esa fantasía de pesadilla de la Alemania Nazi, tuvo raíces en los Estados Unidos. Entre 1922 y 1926, la Fundación Rockefeller donó dinero através de su oficina en París para el estudio de “eugenics” y ayudó a crear el Kaiser Wilhelm Institute para la Siquiatría en Berlin (KWG), instituto base de la idea nazi de la raza superior. En años posteriores, Ernst Rudin, el arquitecto del programa de “eugenics” de Adolf Hitler, crearía la ley nazi de esterilización explicada como un “modelo americano” y adoptada en Alemania en 1933. Fue esta la ley que obligó a 400.000 alemanes afectados por la manía depresiva y la esquizofrenia a esterilizarse. Y por esta ley miles de niños alemanes con incapacidades variadas fueron simplementes “eliminados”. La Fundación Rockefeller financió al instituto KWG incluso dentro del Tercer Reich y hasta 1939.
Engdahl explica como, posterior a la segunda guerra mundial, las élites de Estados Unidos se disponen a conquistar todas las áreas económicas del mundo (o la Grand Area), que consistía en la mayor parte del mundo excepto lo que era la esfera de la Unión Soviética. Una de las áreas económicas importantes era la producción de alimentos.
Nelson Rockefeller funda la IBEC (International Basic Economic Corporation) que luego se uniría con Cargill, otro gigante del rubro -para desarrollar híbridos con variedades de semilla de maíz. Estas semillas de maíz se cultivaron inicialmente en Brasil, quien se convirtió en el tercer productor de maíz del mundo -después de los Estados unidos y China. En Brasil se comienza a mezclar el maíz con la soja como alimento de animales, lo que facilita la proliferación de la soja geneticamente modificada, que comienza a ser común en el mercado para fines de los 90.
Esta llamada “Revolución Verde” fue un proyecto Rockefeller que comenzó en México y se expande por casi toda Latinoamérica y luego Asia, en especial a India, como estrategia para controlar la producción de alimentos fundamentales en paises claves del Tercer Mundo -siempre en el nombre de la eficiencia del supuesto “mercado de libre empresa” y en contra de la tambien supuesta “ineficiencia comunista”.
En 1960 la Fundación Rockefeller y la Fundación Ford crean juntas el International Rice Research Institute en Los Baños, Filipinas, con el fin de controlar ahora la producción de arroz. En 1972 estas mismas fundaciones crean centros de investigaciones de la agricultura tropical en Nigeria con fines similares de control.
Através de la Revolución Verde las Fundaciones Rockefeller y Ford trabajan mano a mano con la USAID y la CIA en objetivos específicos en el mundo. Incluyen también al Banco Mundial, que otorga créditos a proyectos de represas de agua y sistemas de irrigación que ellos requieren para facilitar y expandir sus negocios.
Los Rockefeller
La familia Rockefeller expandió sus negocios con el petróleo y la agricultura en paises del Tercer Mundo gracias a su Revolución Verde. Financiaron también varios proyectos poco mencionados en la Universidad de Harvard -proyectos que formarían la infraestructura de la produción de alimentos bajo el control central de unas pocas corporaciones privadas. Sus creadores bautizaron esta entera área como “agronegocios” para diferenciarse del tradicional cultivo sostenido por campesinos que es milenario, el nuevo nombre era necesario. Nadie en su sano juicio hubiese aceptado que una corporación se declarase dueña, o patentara, la agricultura o la domesticación de plantas que está con nosotros por milenios.
En 1985 la Fundación Rockefeller inicia el estudio a gran escala de la ingeniería genética de las plantas para el uso comercial, proveyendo cientos de millones de dólares a centros científicos y “creando” lo que serían las plantas genéticamente modificadas a través de una aplicación de técnicas nuevas producto de la biología molecular a la flora alimenticia del planeta. El arroz fue la primera planta modificada -con dudosa ventaja para el arroz y un número de crecientemente concientes desventajas para el consumidor.
Para fines de los 80 toda una red de científicos entrenados en plantas geneticamente modificadas (Genetic Modified Organisms, GMO o transgénicos) existía. El proyecto necesitaba de un lugar seguro donde implementarse. Ese lugar fue Argentina bajo la presidencia de Carlos Menem. Menen tenía fuertes vínculos con Rockefeller y con su banco, el Chase Manhattan. Las tierras agrícolas argentinas sirvieron de “conejillo de indias” de la llamada Segunda Revolución Verde que involucra a la soja y el quimico glisofato. Argentina fue el lugar experimental de una agricultura totalmente dependiente de semillas transgénicas y quimicos provistos por la misma compañia: Monsanto.
En espacio de ocho años, para el 2004, se habían plantado más de 65 millones de hectáreas a lo ancho del mundo con granos geneticamente modificados, el 25% de la tierra cultivable del mundo. La mayor parte de estos granos se plantaron en Estados Unidos para aumentar la confianza del resto del mundo en los transgénicos, pero también porque los gobiernos norteamericanos de turno eran completamente favorables a los agronegocios. Argentina era el segundo país productor de granos transgénicos, con más de 17 millones de hectáreas cultivadas. Para el 2005 se levanta la prohibición a los transgénicos en Brasil, Canadá, South Africa y China. Todos estos países tienen un significante programa de granos transgénicos.
Europa resistió más, pero en lo que fue Europa del Este la presión corporativa dio resultado y los suelos ricos de Rumania, Bulgaría y Polonia, que tenían regulaciones pobres, fueron campo fértil para los transgénicos. Indonesia, Filipinas, India, Colombia, Honduras y España tienen hoy cultivos transgénicos también.
El caso de Argentina es de notar porque ha sido único, ningún país autosuficiente en alimentos como Argentina hubiese aceptado convertirse en país monocultivador de soja para la exportación en nombre del progreso. Argentina ha sido un peón de los Rockefeller, Monsanto y Cargill Inc. Y para 1991 sirvió de laboratorio secreto de experimentos con granos transgénicos al punto que la administración Menem creó una Comisión de Consejería sobre Biotecnología, completamente seudo científica, que se reunía en secreto y estaba formada por miembros que venían directamente de Monsanto, Syngenta, Dow AgroSciences y otras corporaciones del agronegocio.
Monsanto y Cargill
Monsanto, funciona como un nuevo conquistador vende la semilla de soja resistente al glifosato y el glifosato, y exige no sólo un precio por licencia tecnológica sino que no la semilla comprada no se vuelva a usar al año siguiente sin pagar derechos de patente. Se trata de una nueva servidumbre en la agricultura. Cuando Argentina se niega a pagar los derechos de patente, Monsanto expande su semilla ilegalmente hacia otros países (Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay) contaminándolos y luego los acusa de usar su semilla sin pagar patente. Finalmente, Argentina acepta en el 2004 pagar un 1% de las ventas de grano a los exportadores, Cargill -otro agresivo conquistador aliado de Monsanto. Es un chantage.
Engdahl detalla también como el imperialismo norteamericano le ha impuesto a Iraq (aparte de destrozarlo con bombas), una terapia de “shock” económico que incluye la imposición de un sistema agrícola dominado por los agronegocios de transgénicos. Siendo que Iraq es parte de la Mesopotamia, donde se domesticaron los granos, y que el cultivo ha existido allí por más de 8000 mil años con rica variedad de semillas de trigo que hoy el mundo entero usa sin pagar, la ironía es enorme. Muchas semillas naturales de Iraq eran guardadas en un banco de semillas en Abu Ghraib, la ciudad de las torturas. Este banco fue completamente destruido por bombardeos americanos quizás con intención. Fue pura buena fortuna que el gobierno Iraquí anterior a la invasión haya enviado sus semillas a Siria, donde están hoy almacenadas y a salvo de la destrucción americana.
El agronegocio estadounidense se ha convertido en una estrategia de dominación del mundo, usando su podería de tres y más décadas para destruir cualquier barrera existente al avance de sus monopolios -terminando con regulaciones sanitarias y de seguridad en la agricultura, o usando la Organización Mundial del Comercio (WTO -World Trade Org.) para controlar la agricultura mundial.
Los cultivos han sido generalmente parte del mercado local y base de la existencia humana. Monsanto, DuPont, Dow Chemical y otras gigantes corporaciones de la química y la agricultura han usado el poder político y militar americano para, controlando patentes de semillas, controlar el cultivo de alimentos del mundo. El proyecto va más alla de las semillas e incluye muchos alimentos, leche, cerdos y más.
Engdahl produjo un documento que ayuda a entender esta área de dominación imperial - que se une a otras como el control de las tierras ricas y de las reservas de agua en una estrategia bien planeada por los más ricos del imperio. Si vemos millonarios adquirir extensiones de tierras fértiles y bosques en el Tercer Mundo con la excusa de “proteger el ecosistema” debemos pensar que su fin es controlar. Esta crisis puede crear un espacio que posibilite a los pueblos a alzar su voz en reclamo de su derecho inalienable a cultivar y distribuir sus alimentos enfrentando estos pulpos que quieren esclavizar a la humanidad.
Texto tomado de Rebelión
Imágen: Google Imágenes
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