Ramón Rocha Monroy
Conquistar el espacio con un satélite boliviano podía haber sido la idea de una mente globalizada, posmoderna y neoliberal; sin embargo, la lanzó y la está conduciendo adecuadamente el Presidente Evo Morales, que se sitúa en las antípodas de la mente globalizada, posmoderna y neoliberal.
¿Qué limitaciones tendrían los gobernantes de las dos últimas décadas que no se les ocurrió esta posibilidad? Tecnológicas, en principio, pues el salto nacional al mundo de las telecomunicaciones es reciente; pero quizá también anímicas: ¿cómo atreverse a formular iniciativas nacionales y someterlas a la crítica burlona de los gobiernos y las corporaciones trasnacionales? Éstos dirán con sorna que somos un país chico, sobre todo un mercado chico para semejante inversión, y entonces mejor no intentar siquiera una idea tan audaz, que ha despertado notas acerbas de los criticones de marras, que juzgan ridícula cualquier forma de enaltecer la imaginación, la inventiva o la afirmación de nuestras iniciativas.
No lo vio así la Unión Internacional de Telecomunicaciones, que nos aseguró una posición orbital para nuestro satélite, ni el gobierno chino, que lo construirá. Pero el anuncio inicial en la pequeña población de Caquiaviri, ese sí que fue un boom comunicacional y no sólo tecnológico, pues el satélite se llamará Tupac Katari.
¿Alguien se imaginó antes construir un monumento en el espacio a ese héroe multitudinario que inició la verdadera guerra de la Independencia de esta parte del mundo?
Las corporaciones hubieran desestimado esta posibilidad porque toman decisiones según el tamaño del mercado, y el de Bolivia les debe parecer insignificante. Pero el gobierno de Evo Morales parece que piensa más bien en la extensión del servicio, y ahí sí que acierta, pues tener un celular o hacer llamadas remotas no es un privilegio de pocos sino una necesidad de muchos, en particular de esa inmensa masa de distribuidores de bienes y servicios que conforma la mayoría más consistente del pueblo boliviano.
¿Por qué algunos critican la iniciativa del satélite Tupac Katari? Carlos Montenegro diría que los anima ese sentimiento colonialista de "furiosa autodenigración", que los induce a deshacerse en sarcasmos frente a cualquier iniciativa boliviana; pero también esa mentalidad oligárquica que en su momento se opuso a la educación indigenal, que restringió el voto y la ciudadanía a quienes se negaba a educar, que convivió con un pueblo mayoritario, invisible, analfabeto, porque así suponían controlar la explosión de sus demandas.
Un satélite propio nos hace más soberanos, eleva nuestra autoestima como país, permite extender la información y la comunicación al último rincón del territorio y es, sin duda, un negocio bastante más rentable que alquilar las señales de un satélite ajeno. Pero para entenderlo hay que tener mente abierta, libre de racismo, ávida de conocer nuestros orígenes pero proyectada al futuro, al espacio y al ciberespacio, y no anclada en el peor pasado que hemos tenido, que es el pasado colonial y el sometimiento a la república oligárquica.
Texto: Bolpress
Foto: pachandina.com
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