jueves, 3 de septiembre de 2009

La Paz en defensa de la Alasita y el Ekeko


Algunos sectores sociales de Perú dicen que el Ekeko es binacional y oriundo de ese país. Sin embargo, abundante material bibliográfico e investigaciones históricas afirman contundentemente que el Dios de la Abundancia proviene de la cultura tiwanacota y que se estableció en La Paz con los atuendos con los que hoy se lo conoce a partir de 1781.

Autoridades de la Oficialía Mayor de Culturas del Gobierno Municipal de La Paz demostraron que el Ekeko y la Alasita son patrimonios netamente paceños, según un reporte del SIM/GMLP.

El asesor de la Oficialía Mayor de Culturas Andrés Zaratti explicó que los datos recopilados por Carlos Ponce Sanjinés establecen que en 1942 en la Isla del Sol fueron descubiertas estatuas de jorobados de 60 centímetros.

La joroba estaba asociada a la figura del rayo que producía lluvia y con ésta la fertilidad. Las efigies tiwanacotas corresponden a las épocas IV y V de la era imperial, que abarca los años 374 al 1187. Thunupa era el nombre que se le daba a este dios, que después se convirtió en Ekeko.

Estudios realizados por Arturo Posnansky y Fernando Diez de Medina corroboran la evolución de la efigie que se transforma pero no pierde cualidades.

Investigaciones de la Unidad de Folklore y Patrimonio Intangible de la Oficialía Mayor de Culturas, establecen que los kallawayas, sabios, médicos y adivinos, heredaron de sus ancestros la información sobre la existencia de una estatuilla llamada Keko o Kilo, una efigie en forma de personas hincadas o de pie con joroba prominente.

Se cree que la estatuilla era manejada como un amuleto de fortuna y bienestar para los ayllus Chipayas, Aymaras y Kallawayas. Es una deidad masculina que aparece en la época de lluvia, tiempo femenino donde se produce la fertilidad y la abundancia.

En 1781, según datos de Ponce Sanjinés, la estatuilla empieza a vestir fundas para los brazos, chaleco, bufanda y lluchu con orejas de lana y vicuña. Fue en ese entonces que el español Sebastián Segurola tomó posesión de la efigie para representar a un ser rechoncho, barrigón y mofletudo, risueño y pleno de bondad tal como se describía a Segurola. Porta poncho, guitarra y una serie de objetos como signo de fortuna y bienestar.

La tradición de rendirle culto fue instaurada indirectamente por Segurola, quien mandó oficiar una fiesta anual en honor a la deidad como forma de agradecimiento, debido a que la ciudad se salvó del cerco indígena de Julián Apaza (Túpac Katari).

Zaratti explicó que la Feria de la Alasita con el Ekeko fue declarada patrimonio de la ciudad de La Paz por el Congreso Nacional y que actualmente se recopila la información para postular a esta celebración como Testimonio Cultural de la Humanidad ante la Unesco.

Texto: Bolpress
Foto: Blog reuters

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