viernes, 31 de diciembre de 2010

Los dinosaurios y sus rastros en la cultura de Tiwanaku


Varias teorías planteadas sobre hallazgos arqueológicos relacionados con los animales prehistóricos proponen una mayor antigüedad del hombre en los Andes.

Edwin Conde Villarreal

El hallazgo de restos fósiles de animales y humanos, con rasgos muy particulares, vinculados con los vestigios que dejaron las civilizaciones prehispánicas de Tiwanaku, los incas e inclusive otras más antiguas, propone a la ciencia replantear la teoría sobre la verdadera antigüedad del hombre.

Estas extrañas reliquias encontradas en distintos sitios del altiplano, en el lago Titicaca, en regiones costeras y en las altas montañas de la cordillera de los Andes fueron denominadas por los investigadores como objetos ‘erráticos’, al no haber sido clasificados ni estudiados con exactitud.

Un particular descubrimiento del infatigable investigador Arthur Posnansky es mencionado por el científico Guillermo Lange en su obra El mensaje del Sol: Eslabón de los Andes, en la que describe el hallazgo, cerca del río Desaguadero en 1926, del cráneo y la mandíbula de un mamífero gigante, parecido al rinoceronte, llamado toxodonte.

La paleontología clasifica al toxodonte como un mamífero de seis metros de largo que vivió en el periodo Pleioceno, hace 25 millones de años, en la era Cenozoica, en medio de un clima benigno de abundante vegetación y con una fauna gigantesca, lo que hace presumir a los expertos —dice Lange— que la región del río Desaguadero se hallaba entonces a miles de metros más abajo, beneficiado por un clima tropical. Otro descubrimiento extraordinario también de Posnansky es el de un cráneo fósil en Tiwanaku en las primeras décadas del siglo XX, durante las excavaciones arqueológicas de la pirámide Akapana, el monumento lítico más grande de los tiwanacotas.

El cráneo fosilizado fue descrito por Posnansky en su obra Tihuanacu: Cuna del hombre americano, en el que se refiere al hallazgo y describe que encontró la pieza aproximadamente a siete metros de la superficie de una de las terrazas en la pirámide Akapana, que tiene siete plataformas.

Lange explica que ciertos hallazgos paleontológicos hechos en los últimos años demuestran ‘un estado de confusión’ en las deducciones geológicas que están desarticulando estrepitosamente el esquema tradicional de la ciencia, dejando sin fundamentos la hipótesis de que el hombre apareció tardíamente, creencia que hasta ahora es considerada inamovible.

COLECCIÓN ASOMBROSA

Existe una espectacular colección de piezas prehispánicas, principalmente de cerámica, denominadas de Cortés Arguedas, en las que se representan a los animales mucho más antiguos, se trata de dinosaurios. Existen registros que la prensa boliviana publicó en 1948 del extraordinario descubrimiento del investigador Leo Pucher de Kroll, quien fotografió las cerámicas provenientes de una región de Chuquisaca.

Los ceramios reproducen asombrosamente en su pictografía a los dinosaurios extinguidos de la era Secundaria o Mesozoica, grandes reptiles como el estegosaurio, brontosaurio, tiranosaurio, además de otros, lo que permite deducir que los alfareros que elaboraron las extrañas cerámicas tenían el conocimiento de la existencia de estos grandes seres.

¿Coexistieron los hombres con los gigantes dinosaurios de la era Mesozoica hace millones de años?, se pregunta Lange.

El científico propone que, si es evidente que en la antigüedad pudieron representarlos pictóricamente y describirlos oralmente, es porque los pueblos de aquellos tiempos poseían las descripciones en sus milenarias tradiciones, y si sus costumbres evocaban a los dinosaurios, denota que éstos tuvieron como testigos a seres humanos inteligentes y capaces de transmitir a la posteridad lo que habían visto, así como su mensaje.

Otro hallazgo también calificado como sorprendente es el de un tazón ceremonial de cerámica, un keru, que perteneció al período de desarrollo y esplendor de Tiwanaku que fue encontrado junto al caparazón fósil de un glyptodonte, un gran mamífero de la era Cuaternaria. “Esto demuestra que los tiwanacotas hicieron ofrendas y rituales hace mil años como una expresión del respeto que tenían con la naturaleza que los rodeaba”, dice el arqueólogo Eduardo Pareja.

La aseveración y descubrimiento corresponden al arqueólogo boliviano Eduardo Pareja, quien junto al investigador Federico Anaya ubicaron el gran caparazón en la región de Sequeri, distante a unos cinco kilómetros de la ciudad ceremonial de Tiwanaku.

Los glyptodontes, relacionados lejanamente con los armadillos, quirquinchos y tatús, fueron herbívoros que alcanzaron 1,5 metros de altura y hasta 3,5 metros de largo. Poseían un caparazón compuesto por un mosaico de placas óseas poligonales, además de un yelmo o un casco sobre el cráneo y una cola en forma de armadura.


¿Cuál es la antigüedad del hombre andino?

El científico Guillermo Lange menciona el hallazgo de varias momias y cerebros humanos en proceso de bituminización en la costa de Chancay, en Perú.

Luego de los análisis efectuados sobre tres cerebros extraídos de las momias de Chancay, el desconcertante informe de los científicos describió: “… Se demostró que el 75 por ciento de la materia cerebral estaba transformada en materia bituminosa”. Es decir, los cerebros de las momias que habían sido datadas con una antigüedad de apenas 700 años se estaban convirtiendo en petróleo, proceso que según la geología requiere no de cientos, sino de millones de años. Este aspecto vuelve a plantear el enigma más grande: ¿cuál es la antigüedad real del hombre andino?

Texto e imagen: Cambio

1 comentario:

  1. Muy buena nota, gracias.

    Con todo respeto tomo la misma en su integridad y autoría para el Sitio TIWANAKU del Facebook.

    http://www.facebook.com/pages/Tiwanaku/151264734887849

    Si hay observaciones por favor dejar sentado en dicha página e inmediatamente será borrada esta transcripción.

    Muchas felicidades y gracias de antemano.

    Mallku Huyustus

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