domingo, 25 de julio de 2010

Marcelo Quiroga Santa Cruz, el líder socialista aún desaparecido


Hugo Moldiz Mercado (La Epoca)

Hace treinta años Marcelo Quiroga Santa Cruz fue herido, detenido, torturado y desaparecido. Hoy, una ley promulgada por la Asamblea Legislativa Plurinacional lleva su nombre —que da una idea del líder socialista un poco reducida frente a la dimensión de lo que fue y por lo que luchó—, aunque un proyecto político en marcha materializa su inclaudicable lucha por la recuperación de los recursos naturales y presenta, todavía sin mucha precisión, el horizonte socialista por el que dio testimonio, teórico y práctico, durante toda su vida.

Si bien el general Luis García Meza y el coronel Luis Arce Gómez cumplen hoy una condena de treinta años, sin derecho a indulto, por los crímenes cometidos antes y después del golpe de 1980, lo que fue logrado tras un largo proceso judicial en la década de los 90, el proceso de cambio actual tiene el gran desafío: dar con los restos del político cochabambino y procesar a todos los autores intelectuales y materiales de su asesinato.

¿Quién era y de dónde procedía Marcelo Quiroga Santa Cruz? Como es de suponer, en una estructura económico-social caracterizada por el predominio de la minería y el latifundio, la familia Quiroga Santa Cruz era propietaria de estancias en el valle cochabambino, en las que, además de desarrollar la agricultura, criaba caballos de raza. Tal vez esto último explique la inclinación de Marcelo por el hipismo durante toda su vida.

Resta por investigar el carácter contradictorio de las relaciones sociales cultivadas por Marcelo Quiroga Santa Cruz durante la infancia y adolescencia. Una parte importante de su vida estudiantil la pasó en establecimientos fiscales y, al mismo tiempo, aumentaba sus conocimientos en su contacto con otros jóvenes de “gente bien”.

Tras egresar del Colegio Bolívar en 1949 y cursar estudios de derecho, filosofía y letras en la UMSA, Marcelo conoció a quien a la postre llegaría a ser su primera y única novia: María Cristina Trigo Viaña, con quien contrajo matrimonio en 1954. Producto de esto nacieron sus dos hijos: María Soledad y Pablo Rodrigo.

Además de un evidente y creciente interés por destacar en el estudio, en el manejo a profundidad de las escuelas filosóficas y de las corrientes literarias, Marcelo era un hombre que desde muy niño cultivó gustos refinados: fumaba en pipa y de cuando en cuando bebía en poca cantidad whisky y vodka. Disfrutaba de la música clásica y escribía guiones para ballet. Todavía muy joven entabló amistad con el famoso pintor boliviano Enrique Arnal, con quien se presume desarrolló aún más su interés por la pintura.

Un paso a la literatura

Ya casados, Marcelo y Cristina viajaron mucho por dentro y fuera del país. Encontrándose en el exterior, el que a la postre iba a convertirse en uno de los personajes más importantes del siglo XX en Bolivia, empezó a afinar sus tendencias literarias.

En 1957, tras varios meses de reflexión, comenzó a escribir “Los Deshabitados”, una novela caracterizada por una particular riqueza de diálogos impregnados de una cuestionadora e irrebatible profundidad filosófica. A pesar de que el ambiente en el cual se mueven los personajes es pueblerino, esta obra pone de manifiesto el carácter “provincial” del comportamiento de las élites dominantes del país.

Con la edición de esta novela y la entrevista concedida por el autor a Fernando Diez de Medina para una revista cultural especializada de la época, la intelectualidad boliviana recién comenzó a observar con sorpresa y curiosidad la irrupción de Marcelo Quiroga Santa Cruz. El tiempo demostró que no estaba equivocada: cinco años después, en 1962, obtuvo el premio William Faulkner a la mejor novela escrita desde la segunda guerra mundial en Bolivia. La distinción la recibió en los Estados Unidos junto a los escritores Gracialiano Ramos del Brasil, Miguel Angel Asturias de Guatemala, Augusto Roa Bastos del Paraguay, José María Arguedas del Perú y Juan Carlos Onetti del Uruguay.

También fue fundador y director del semanario “Pro Arte”, dedicado a las artes y letras (1952); del quincenario “Guión”, en 1952; aficionado a la cinematografía y escribió poesía con el seudónimo de Pablo Zarzal.

Sus primeros pasos políticos

Cuando el general René Barrientos captura el poder y, contrariamente a sus discursos de restaurar la revolución de 1952, da inicio a un proceso de mayor dependencia con los Estados Unidos, Marcelo Quiroga dirigía “El Sol”, una publicación tamaño tabloide (1964-65) desde la cual su fundador y sus colaboradores pusieron al desnudo la naturaleza represiva y antinacional del régimen.

En 1966, tras ingresar en su calidad de independiente a una entidad electoral denominada Comunidad Demócrata Cristiana —integrada por la Falange Socialista Boliviana (FSB) y varios independientes— Marcelo logra un escaño en la Cámara de Diputados por el departamento de Cochabamba.

A poco de llegar a esa tribuna parlamentaria se distanció notoriamente de esa coalición electoral. Para sorpresa de muchos y sin mayor fuerza que la propia, presentó una demanda de responsabilidades contra el general Barrientos por su política antinacional y entreguista. Este juicio, el único en la historia de Bolivia contra un presidente en ejercicio, le valió el odio y la persecución del régimen. Como represalia política fue marginado de la Cámara de Diputados y sometido a presiones de diversa naturaleza. Agentes de la seguridad estatal lo secuestraron con violencia del Palacio de Justicia y, horas después, fue confinado al campo de concentración de la nororiental zona de Alto Madidi.

Las presiones para obtener su libertad no dieron fruto. Tras permanecer deportado, fue luego encarcelado por varios meses en la cárcel de San Pedro de La Paz y liberado recién tras la muerte accidental del general Barrientos. El desafuero parlamentario solicitado por los diputados del régimen no dio resultado por la incongruencia de los argumentos y la sólida defensa de Héctor Borda Leaño y Wálter Vásquez Michel, sus dos leales amigos y compañeros de partido.

La nacionalización del petróleo

En septiembre de 1969 el general Alfredo Ovando Candia —personaje clave en la reorganización de las Fuerzas Armadas, desestructuradas con el triunfo de la revolución nacional— terminó con el mandato constitucional del abogado Luis Adolfo Siles, quien en su calidad de vicepresidente asumió la conducción del país a la muerte del general Barrientos.

Marcelo fue invitado a conformar el gabinete ministerial. Aceptó previa integración de los civiles José Luis Roca, Mariano Baptista Gumucio, José Ortiz Mercado, Alberto Bailey y Rolón Anaya.

Preocupado por el destino de los recursos naturales y desde la titularidad del Ministerio de Minas y Petróleo, este entonces nacionalista boliviano —comparado por muchos intelectuales latinoamericanos con otros nacionalistas de la talla de los generales Enrique Mosconi, de la Argentina, y Lazaro Cárdenas, de México—, propinó el 17 de octubre de 1969 un duro golpe a los intereses norteamericanos en la región con la nacionalización de la Gulf Oil Corp. Wálter Vásquez, su amigo y compañero, lo acompañó en la concepción y ejecución de esta medida que en la historia larga boliviana se registraría como posterior a la nacionalización del petróleo en la década de los 30 y anterior a la que hizo el presidente Evo Morales el 1 de mayo de 2006.

Este joven político boliviano, cuya decisión acaparó la atención dentro y fuera del país, no se amilanó con el virtual bloqueo que la transnacional petrolera orquestó en el exterior a la venta del petróleo boliviano, y acompañado de sus hombres de confianza se trasladó a varios países hasta asegurar la comercialización de este recurso natural.

Marcelo también aprobó desde su despacho la legalización de las actividades de la entonces poderosa Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), proscrita por el régimen de Barrientos. Eso le valió que el destacado dirigente minero Federico Escobar lo invitara a participar del Congreso Nacional Minero organizado en Siglo XX.

Poco antes de renunciar a su cargo y advertir la naturaleza contradictoria del régimen de Ovando Candia, preparó varias medidas en beneficio de la estatal Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) y de los trabajadores del subsuelo, las cuales recién fueron ejecutadas en el gobierno del también militar nacionalista Juan José Torres. Destacan la reposición del 50 por ciento de los salarios que Barrientos disminuyó a los trabajadores mineros y la nacionalización de Mina Matilde.

De nacionalista a socialista

Una vez que el general Juan José Torres asumió la conducción del país, tras el fracaso de la intentona golpista orquestada por la embajada de los Estados Unidos en La Paz para revertir el proceso nacionalista iniciado por Ovando, el intelectual y político Marcelo Quiroga emprendió un camino de radicalidad mayor.

El ex ministro de Minas y Petróleo si bien respaldó las medidas progresistas adoptadas por Torres, tomó distancia de cualquier posibilidad de participar en un régimen nacionalista al que observaba como contradictorio.

Pero Quiroga Santa Cruz aprovechó al máximo el proceso de ascenso de las fuerzas populares y al cabo de varias jornadas de reflexión con intelectuales y dirigentes sindicales fundó el Partido Socialista el 21 de mayo de 1971. En este esfuerzo concurrieron FARO —una desprendimiento del PRIN de Juan Lechín encabezado por José María Palacios, Sinforoso Cabrera, Alberto Jara y Noel Vásquez—, el FLIN de Mario Miranda Pacheco y UNIR de Marcelo Quiroga Santa Cruz, Héctor Borda y Wálter Vásquez.

El exilio

Tres meses después de fundar su partido, Bolivia era escenario de un golpe regresivo encabezado por el coronel Hugo Banzer Suárez y respaldado por los Estados Unidos, la dictadura del Brasil, la colonia alemana y la que Marcelo denominaba “la cosa nostra militar-empresarial”.

Fusil en mano formó parte de la resistencia y consolidada la asonada golpista salió al exilio el 29 de agosto de 1971. Primero se trasladó al Perú y luego a la Argentina, donde permaneció hasta 1974, para volver a emprender vuelo, con el fin de preservar su vida, hasta México.

En la Argentina combinó sus actividades de académico y político. Se reunía con otros políticos y dirigentes sindicales bolivianos también exilados y, por otra parte, impartía clases de Economía Política en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Cabe resaltar que en esta casa de estudios superiores, rectorada por el intelectual argentino Rodolfo Puygross, hasta ese año sólo dos extranjeros fueron invitados como catedráticos: Marcelo Quiroga y el consagrado penalista español Jiménez de Azúa.

En este país escribió en 1972 “El saqueo de Bolivia”, un ensayo que con dos ediciones en Argentina y una en Bolivia constituye una radiografía de la política anti-económica adoptada por el régimen de Banzer en su primer año de gobierno contra los intereses del país y los trabajadores. Tras afirmar que “la política económica que la dictadura impuso a los bolivianos no era de ella, por la misma razón que el gobierno instalado en Bolivia no es de Bolivia”, Quiroga señala en esta: “el 21 de agosto de 1971 llegaron primero los conspiradores, después los tanques, luego los ejecutivos de las empresas privadas monopólicas y, finalmente, el embajador norteamericano”.

En 1974, la Argentina estaba a punto de presenciar la caída del presidente Héctor Cámpora y el inicio de la dictadura de Perón. En ese panorama político, cuando Marcelo se dirigía a cobrar su último sueldo de la universidad argentina, un par de civiles —presumiblemente de la anticomunista Triple A— fracasó en su intento de asesinar al político boliviano. La ráfaga de metralleta impactó contra un automóvil que casualmente pasaba por la avenida Libertador. Quiroga Santa Cruz y Héctor Borda salvaron milagrosamente sus vidas.

Días después del atentado, junto a su familia se trasladó a México, donde además de dar cátedra en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y escribir para el prestigioso matutino “El Día” de ese país, continuó coordinando la resistencia a la dictadura.

Tres elecciones, notable ascenso

En 1977, un año antes de que una huelga de hambre lograra obligar al régimen a convocar a elecciones generales y decretar la amnistía, Quiroga Santa Cruz regresó clandestinamente a Bolivia para reasumir sus tareas políticas. En las elecciones de 1978, 1979 y 1980 participó como candidato presidencial por el PS-1. En las primeras obtuvo 30 mil votos, en las segundas 70 mil y en las últimas 120 mil. El crecimiento político de quien convocada abiertamente a construir el socialismo fuera de las reglas formales de juego era incuestionable.

Reacio a las componendas, en enero de 1980 renunció al mandato parlamentario debido a la complicidad que el Congreso Nacional asumió con los golpistas de la Masacre de Todos los Santos de noviembre de 1979.

En su condición de diputado electo en 1979 y reelegido en 1980, Quiroga Santa Cruz interpuso ante el Congreso Nacional una demanda de Juicio de Responsabilidades contra el ex dictador Hugo Banzer Suárez y sus colaboradores. Durante varios días, haciendo gala de su oratoria y resistiendo presiones, el líder socialista acusó al militar por los delitos cometidos contra la economía nacional y popular, la seguridad e integridad territoriales y los derechos humanos.

Su desaparición forzosa

En 1980, a poco de terminar su novela “Otra vez Marzo”, el proceso democrático fue nuevamente conculcado por la narcodictadura encabezada por los militares Luis García Meza y Luis Arce Gómez. El 17 de julio de ese año, cerca de las siete de la mañana, el país amanecía con las noticias de un alzamiento armado en la ciudad de Trinidad, encabezado por un grupo de militares que, a partir de ese día, constituirían uno de los regímenes que mayor relación llegaría a tener con el narcotráfico. Los golpistas justificaron sus acciones porque observaban “excesos” de la democracia y un vacío de poder producido por Lidia Gueiler, presidenta interina de la república.

Meses después se llegaría a saber que la rebelión de los militares en Trinidad representaba una maniobra distractiva para que militares y bandas de paramilitares tuvieran la vía expedita para tomar, a medio día de esa misma fecha, el Palacio de Gobierno y la sede de la Central Obrera Boliviana. En el primer lugar apresarían a Gueiler y la obligarían a renunciar.

En la sede de la COB, una vez enterados de los hechos, se llevó a cabo una reunión de urgencia del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia (CONADE) con el propósito de analizar la situación política del país y preparar las medidas de resistencia para abortar el proyecto golpista. Los planes de las organizaciones sindicales, políticas, derechos humanos y otras no prosperaron pues a poco antes de que las manecillas del reloj marquen las doce del día, bandas de paramilitares, encubiertas en ambulancias, penetraron al recinto sindical y, tras disparar unas ráfagas de ametralladora, detuvieron a todos quienes se encontraban en el lugar.

Al bajar las escalinatas, un paramilitar disparó sobre el cuerpo de Marcelo Quiroga Santa Cruz, el líder socialista que después sería salvajemente torturado y asesinado. Junto a él, también recibió un impacto de muerte el dirigente Carlos Flores Bedregal.

¿Cuál es la relación del golpe de Estado de 1980 y el asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz con la “Operación Cóndor”?. De acuerdo a las investigaciones realizadas hasta el momento, existen cada vez menos dudas de que esta nueva interrupción del sistema democrático en Bolivia fue parte de la ofensiva de las fuerzas reaccionarias del continente y de los Estados Unidos, con el objetivo de impedir el avance de las fuerzas democráticas, progresistas y de izquierda.

El nuevo régimen militar encabezado por el general Luis García Meza, quien amenazaría a Quiroga Santa Cruz en marzo de ese año, y el coronel Luis Arce Gómez, contó con el asesoramiento y participación de los militares argentinos, y de connotadas paramilitares italianos y alemanes que también jugaron un papel de primera importancia en la “Operación Cóndor”. Estos son los casos del italiano Stephano delle Chiaie, cuyo paradero se desconoce; el alemán involucrado en el exterminio masivo de judíos en la II Guerra Mundial, Klaus Altmann (detenido en Bolivia y extraditado a Francia), y Joseph Menguele, otro criminal de guerra nazi muerto extrañamente en Argentina.

¿Quienes se beneficiaron con la muerte de Quiroga Santa Cruz?. En primer lugar, García Meza, quien el 21 de junio de 1980, declaró públicamente a la prensa: “Advierto por última vez que las Fuerzas Armadas de la Nación no permitirán un ataque más a cualquiera de sus miembros o a la propia institución tutelar de la patria, y los que reiteren en sus insultos se atendrán a sus graves consecuencias. No se puede tolerar más esos ataques, esos insultos a las Fuerzas Armadas, como es el caso de Marcelo Quiroga Santa Cruz, que sin saber nada se ocupa de la vida económica y organizativa de la institución armada. A ese señor, las Fuerzas Armadas sabrán ponerle en su lugar, y yo como hombre”.

La amenaza del general García Meza no era casual ni la primera. El 1 de marzo de ese mismo año, la Dirección Nacional del PS-1, denunció la existencia de un plan para asesinar a su Primer Secretario y en un comunicado público aseguraba que “cursa en su poder una información fidedigna originada en los mismos sectores que ya han resuelto la victimación de Quiroga Santa Cruz, como parte preparatoria de una conspiración sangrienta”.

No cabe duda de que Quiroga Santa Cruz ya tenía conocimiento de los preparativos de un golpe de Estado. En marzo de ese año, un grupo de paramilitares secuestraron y asesinaron, luego de una feroz tortura en el matadero municipal de Achachicala de La Paz, al sacerdote jesuita Luis Espinal, director del semanario Aquí.

En segundo lugar, Hugo Banzer Suárez, quien encabezó la dictadura de 1971-1978 como parte “de un proceso de militarización del poder en América Latina” y a quien el líder socialista puso en el banquillo de los acusados en 1979 a través de un juicio de responsabilidades por los delitos contra la economía nacional y popular; delitos contra la seguridad, soberanía e integridad nacionales y delitos contra los derechos humanos.

El juicio de responsabilidades fue interrumpido producto del golpe militar de 1980 y la mayor parte de la documentación y pruebas entregadas por Quiroga Santa Cruz al Congreso Nacional han desaparecido extrañamente.

Y, en tercer lugar, los Estados Unidos, pues el político boliviano, cuyos restos permanecen aún desaparecidos, desnudó los intereses del imperio en todo el continente al alertar, por vez primera, los preparativos de un proyecto de carácter internacional que luego sería oficializado mediante la organización de la “Operación Cóndor”, al mando de la dictadura de Pinochet desde el 11 de septiembre de 1973.

Así lo entiende también el Premio Nobel de La Paz de 1980, Adolfo Perez Esquivel, quien señala, a propósito del golpe de 1980, que “esta era una acción internacional de la represión. Cuando derrocan al gobierno de Lidia Gueiler en Bolivia, actuaron militares argentinos conjuntamente con las tropas bolivianas. Y esto responde a toda esa ‘Operación Cóndor’ que es el operativo del terror del Cono Sur y que después se extiende hacia Centroamérica”.

Treinta años han transcurrido desde su desaparición forzosa y los esfuerzos por dar con los restos de este político, escritor y académico han resultado inútiles. Hace más de una década el escritor argentino Juan Rulfo dijo: Nos quedamos sin Marcelo Quiroga Santa Cruz como también sin San Martín y sin Sucre”.

Bibliografía

“El saqueo de Bolivia”, Ediciones Puertas del Sol, Bolivia (1973)

“Acta de transacción con Gulf, análisis del Decreto de indemnización”, Bolivia (1970).

“Hablemos de los que Mueren”, Edición Tierra de Fuego, México 1984.

“El asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz”, edición clandestina del PS-1, (1981)

Perfil

Hijo de una aristocrática familia cochabambina, Marcelo Quiroga Santa Cruz nació en el granero de Bolivia un 13 de marzo de 1931. Su padre trabajó para Simón Patiño y fue ministro de Guerra del gobierno del presidente Daniel Salamanca. Marcelo fue ministro del gobierno del general Ovando y, en ese papel, firmó la histórica nacionalización de la Gulf. Fundó el Partido Socialista y fue un comprometido adversario del gobierno de Banzer, a quien le instauró juicio de responsabilidades con la llegada de la democracia. Fue asesinado el 17 de julio de 1980 por agentes paramilitares bajo las órdenes de Luis García Meza y Luis Arce Gómez.

Texto y foto: Visiones Alternativas

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