Wilson García Mérida
(Datos & Análisis).- "El Gobierno ejecuta un plan para que Pando sea masista", fue el titular con que el pasado lunes el diario opositor La Razón publicó un extenso informe que, por los datos que contiene, bien pudo calificar como un encomiable reportaje periodístico; pero por la forma en que los editores manipularon esa información subordinados a una línea política racista y separatista, La Razón termina perdiéndose a sí misma.
La mala fe con que el periódico paceño pretende desacreditar las acciones que emprende el gobierno de Evo Morales para recuperar e integrar aquel territorio secularmente excluido del patrimonio boliviano, incurre en una flagrante violación al artículo 24 de la nueva Constitución Política del Estado que considera traición a la patria todo acto que atente contra la unidad del país, mereciendo "la máxima sanción penal" según estipula la actual Carta Magna.
A partir de la nueva Constitución, en Bolivia el separatismo es un delito de traición a la patria, figura en que incurre el periódico opositor con el agravante de un solapado racismo que ahora es también inconstitucional.
No otra cosa significa la manera en que dicho medio informativo estigmatiza a aquellos miles de bolivianos pobres y miserables del campo y las ciudades, de todo el país, que, con un franco sentido de integración y unidad nacional, vienen migrando al norte amazónico para poblar ese antiguo territorio feudal dentro un plan estatal para integrar a Pando, como nunca antes, en la nueva estructura republicana del emergente Estado Plurinacional. "Todos son collas", dice La Razón, "la mayoría recién llegados a Pando, donde en el último tiempo el flujo migratorio se ha disparado como efecto de un plan de MAS para teñir a Pando con los colores oficialistas".
El nuevo director de La Razón pretende mostrar a esos bolivianos "collas" como una plaga masista que invade ese otrora inaccesible territorio controlado por las mafias políticas y criminales que hicieron de Pando un feudo familiar. La Razón insiste en tratar a esos migrantes pobres como "invasores". Por lo visto, este periodismo prefiere que nuestros compatriotas sin tierra ni trabajo busquen nuevos horizontes migrando indignamente a España o Argentina. Pero "invadir" Pando jamás, ya que, según "informa" este medio, la llegada de aymaras, quechuas y guaraníes a esa zona alejada del amazonas boliviano destruirá incluso el medio ambiente. "Una de las principales preocupaciones de los pandinos es que, con la migración que se da de otras regiones del país, se dañe el ecosistema de su región", dice una burda nota en recuadro.
"Si bien el fenómeno migratorio no es nuevo en este Departamento como lo demuestran varios estudios, la cantidad de gente que se trasladó en los últimos años llama la atención", sostiene el reportaje de La Razón, haciendo gala de un ignorante e indolente desprecio por la dramática historia del Departamento más joven y pobre de Bolivia, hoy a expensas de la influencia brasileña sobre una frontera plagada de narcotráfico y contrabando.
Efectivamente, desde que fue creado el 24 de septiembre de 1938, dos años después de la Guerra del Chaco durante el gobierno Presidente y militar patriota Germán Busch, Pando fue un objetivo inalcanzable del Estado para sentar su soberanía con necesarios flujos poblacionales de occidente, habida cuenta que su población nativa fue sistemáticamente diezmada por los explotadores mafiosos del caucho y la castaña. El académico Pablo Villegas recuerda que "cuando se ‘revirtieron' las concesiones al Estado en 1953, la colonización era nula; el Beni y Pando estaban despoblados: menos de un habitante por kilómetro cuadrado en Beni y casi un décimo de un habitante en Pando". Las dictaduras militares agudizaron ese despoblamiento restringiendo el acceso a la tierra para unas cuántas familias feudales. Especialmente Banzer se esmeró dictando sus "decretos barraqueros" para beneficio de no más de 200 familias, entre ellas la parentela corrupta de Leopoldo Fernández, el último neoliberal adenista que debe purgar sus responsabilidades por la masacre del pasado 11 de septiembre en El Porvenir, donde intervinieron sicarios del narcotráfico instruidos por el terrorista italiano Marco Marino Diodato.
A pesar de esa abrumadora historia de desvertebración y olvido, "llama la atención" de La Razón que en los últimos años unos indios andinos hayan decidido ocupar ese territorio nacional siempre abandonado.
Entre la mafia adenista y el MAS
Al comentar la emergencia de nuevos barrios y comunidades en los alrededores de Cobija, la capital pandina, el informe de marras asegura que esos nuevos poblados fueron "creados en los últimos tres años y habitados por gente del occidente que en su mayor parte es afín a Evo Morales, el presidente del Estado Plurinacional que buscará su reelección en diciembre de este año".
Aquí el objetivo sinuoso de La Razón se ve más claro: reducir toda una estrategia de Estado para sentar soberanía en uno de sus territorios más despoblados y desguarnecidos, a una simple y mezquina disputa electorera. ¿Qué periodismo es ese que no tiene escrúpulos en transformar, por arte de la manipulación, un objetivo nacional histórico en un episodio meramente coyuntural? ¿Es intelectualmente honesto confundir una política trascendental de Estado con una vulgar jugarreta partidaria?
"La oposición no tiene dudas" -se desenmascara La Razón-, "el senador Paulo Bravo (Podemos) dice que éste es un plan para que el MAS gane en las futuras elecciones en Pando".
Paulo Bravo, por sí La Razón no lo sabe, es uno de esos delincuentes de cuello blanco que forma parte de aquellas privilegiadas 200 familias beneficiadas por los "decretos barraqueros" del general Banzer. Socio y cómplice del también senador podemista Roger Pinto quién, no contento con su jugosa dieta, obtenía contratos lesivos con la Prefectura de Pando manejada por Leopoldo Fernández para beneficiar a su empresa constructora con sobreprecios, entre una infinidad de actos delictivos cometidos impunemente durante décadas, aprovechándose del aislamiento físico y administrativo de Pando.
¿No es una "contradicción periodística" en que incurre La Razón al reconocer que la nueva situación migratoria en Pando comenzó hace tres años y no a partir de la actual coyuntura electoral?
La Razón insinúa que el "cerebro gris" de esta "invasión electoral masista" a Pando es el Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, a quien la mafia de los separatistas pandinos hoy encabezados por los senadores Bravo y Pinto busca satanizar y deslegitimar con burdas calumnias para evitar que la estrategia de soberanía estatal en Pando, amparada por la nueva Constitución, fracase rotundamente. El problema de Pando es pues, entonces, el problema principal de la nueva revolución boliviana y sus enemigos balcanizadores.
Los periodistas opositores incurren en una mirada obtusa al estigmatizar a Quintana como un vulgar dirigente partidario, olvidando deliberadamente que Evo Morales instruyó a su Ministro de la Presidencia llevar el Estado Plurinacional a Pando, porque confía en este sociólogo en grado de maestría que antes fue un destacado capitán del Ejército boliviano con una sólida formación en estrategias de soberanía nacional.
Paradójicamente La Razón y toda aquella prensa controlada por el empresariado fascista, que acusan a Quintana de ser "recaudador" del MAS, apoyan a los sectores más corruptos del propio MAS que busca desplazar a Quintana del entorno presidencial. El estalinismo masista cuyos más visibles representantes son Alex Contreras y Román Loayza, grupo al que acaba de sumarse Marco Carrillo, el ex delegado de Evo en Cochabamba, son los mejores aliados de la mafia pandina en el plan de apartar a Quintana del camino, tal como se demostró cuando Contreras promovió la suspensión de emisiones de Canal 7 a la misma hora en que Leopoldo Fernández movilizaba a sus matones prefecturales para masacrar indígenas en El Porvenir. Esta tendencia claudicante del MAS estalinista llega incluso a sabotear la política informativa oficial que no acompaña adecuadamente al Ministro de la estrategia gubernamental dentro el avispero de Pando.
Pando es mucho más que una plaza electoral y partidaria. Es una parte de la bolivianidad que no deja de dolernos, y un desafío histórico para la Sociedad Civil de donde nace la más autentica necesidad del cambio como un imperativo de la conciencia nacional. El enfoque que desarrollan los colegas de La Razón en este tema, no es precisamente el más honesto ni transparente para contribuir en el eficaz desarrollo de esa nueva conciencia nacional y democrática.
Texto: BOLPRESS
Imagen: Google Images
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