domingo, 1 de agosto de 2010

El cine posible y Rojo Amarillo Verde


Marcelo Reyes y Ada Zapata

Hace un par de semanas se conoció que el cortometraje Blokes, dirigido por Marialy Rivas sobre un guión de Rodrigo Bellott, fue premiado como mejor ficción en el festival Curtas do Vila do Conde, en Portugal. Esto confirma el buen momento que está pasando este cineasta que, además de dirigir, es guionista, director de casting y se da tiempo para dictaroriginales talleres de cine. El último estreno de Bellott en Bolivia fue el de “Rojo Amarillo Verde”, co-dirigida con Bouloqc y Bastani, y al respecto conversamos con Rodrigo en esta entrevista, realizada a principios del año, que proponemos a continuación, mientras esperamos el estreno en La Paz de “Perfidia” y los siguientes trabajos de este director, punta de lanza de la nueva generación de cine boliviano.

P. Rodrigo, la expresión "Cine Posible" seviene utilizando en Boliviadesde los años 70, en otro contexto histórico, ¿Cúal sería el cine posible boliviano actualmente?

R. Partimos de una generación novísima, entonces nuestro planteamiento de lo que es un cine posible boliviano esta adecuado a las imágenes que hemos consumido como generación. Estamos afectados por el tiempo del Internet, por referencias extranjeras muy fuertes –por lo menos en mi trabajo- habiendo siendo sido formado en Nueva York tengo una mirada diferente del cine boliviano. Cuando empezamos a hablar de hacer cine en Bolivia, que sea autosustentable, que no tenga pretensiones de alto presupuesto y justamente en muy bajo presupuesto, en pequeñas locaciones, con pocos personajes, tratar de contar historias que tengan alta contundencia o alto contenido, y alta calidad, sin tener gastos extraorbitales pensando en la coyuntura económica de nuestro país, y lo que significa estrenar una película en nuestro país, la cantidad de público que tenemos en nuestro país. Entonces un cine posible boliviano para nosotros era eso: un cine adecuado pensando en la coyuntura histórica, económica, política, pero al mismo tiempo tratando de ser efectivos con el poco dinero, en lo que esta en la pantalla.

P. ¿Quiénes son Martin Boulocq y Sergio Bastani?

R. Martín Boulocq es un director que conocí en el 94, cuando acababa de presentar “Dependencia Sexual”, un chico joven, autoformado (no ha ido a ninguna escuela de cine), conoce de cine, tiene un conocimiento realmente espeluznante, y me involucro en su primer largometraje como productor ejecutivo, simplemente por admiración del estilo que tiene, de la nueva visión que tiene, de un cine realmente suyo, y años después encontramos a Sergio Bastani, que es un chico tarijeño, formado en Nueva York, que tienen, también, una visión completamente diferente de lo que nosotros habíamos visto en el cine contemporáneo boliviano, pero al mismo tiempo tiene muchas cosas en común con nosotros generacionalmente. El ser de lugares diferentes, el haber vivido en muchos países diferentes, haberse formado en Estados Unidos, el extrañar su Bolivia, el tener esa distancia, que tenemos de alguna manera Martín, Sergio y yo, que nos une, y ese interés también de recopilar influencias de otros directores, europeos, iraníes, en nuestro cine boliviano.

P. ¿Qué motiva atres directores a hacer una sola película en conjunto?

R. La motivación para que tres directores completamente diferentes, con miradas diferentes, con estilos diferentes, hagan una película, sale justamente de la admiración que tenemos el uno por el otro, del cariño que tenemos por el cine que estamos haciendo, y es una manera de hacer algo conjuntamente, de construir conjuntamente, de colaborar en una cosa que no sea simplemente en el equipo técnico, sino en tener un hijo juntos, creativamente, pero al mismo tiempo respetando y exaltando la diferencia entre nosotros, en lugar de tratar de homogeneizar , que ha sido como un interés en el pasado, en Bolivia, justamente celebrar las diferencias de visiones que tenemos los tres, y celebrarlas como hermanos, entonces es una película de los tres y eso es una experiencia única.

P. Coméntanos un poco acerca de la "Declaración 3B".

R. Bueno cuando quisimos hacer esta película pensamos que había una desconexión muy grande, entre lo que se veía en las salas bolivianas, y la persona o la identidad del director boliviano. Se esta construyendo un nuevo cine de autor boliviano y creo que eso debía venir acompañado de una especie de manifiesto, que no es la palabra correcta, la idea era entre los tres, (…) de la identidad de nuestro cine, de nuestras pretensiones, de nuestras limitaciones, de nuestros obstáculos, en este momento. Queremos que sepan que las cosas que ven en la pantalla no son accidentales, sino son planificadas, que el autor en el cine tiene una relevancia, que hay una visión de parte de nosotros, hay una consciencia, hay una inteligencia, en el buen sentido de la palabra, en nuestro discurso y , sobretodo generar un marco referencial para que la gente sepa decir “ok, esto es lo que vamos a ver, preparémonos par verlo” porque en un momento en donde hay tantas propuestas, a veces la gente no sabe que esperar, y tiene reacciones muy adversas cuando va al cine, espera ver una cosas entretenida y de repente se encuentra con un drama, y es una manera de decir esto es lo que nosotros estamos haciendo, si les gusta los invitamos a pasar, sino, con todo respeto y cariño entendemos si no viene a aver nuestro cine, pero es una manera también de decirnos “esto es lo que estamos haciendo ahora”, ponerlo en papel, es como bocetarlo, como un plano de lo que queremos hacer en este momento juntos, en este proyecto, esa es la idea de hacer el manifiesto de los tres B’s como generación, poner en claro los puntos en común y el cine que nos interesa investigar conjuntamente y por separado.

P. Luego de estrenada ¿Te parece que R.A.V. es coherente con la declaración?

R. Absolutamente, porque hicimos la declaración luego de haber hecho los guiones de la película, entonces sabíamos qué es lo que íbamos a hacer y es eso. También, dentro de los puntos del manifiesto decía que es muy posible que cambiemos de idea, como todos los manifiestos han evolucionado y re-evolucionado, y en este momento hicimos esto, y esto es lo que manifestamos que queríamos hacer, y luego cada uno ha seguido su camino haciendo otras cosas. No significaba, en ningún momento planteamos “este es el nuevo cine boliviano” o el cine que otras personas deberían haber hecho, ni tampoco significaba para nosotros “este es el cine que vamos a hacer por todo nuestra vida”. Era un manifiesto en ese momento para este proyecto. Como te digo es un mapa que luego irá cambiando de coordenadas según el viento, el clima y el lugar. Entonces creo que hemos sido tremendamente consecuentes con el manifiesto.

P. ¿Qué es “pornomiseria”? ¿Hay “pornomiseria” en Rojo, Amarillo, Verde?

R. El problema es que usamos ese término y luego nos hemos dado cuenta que la gente no tiene idea de lo que es “pornomiseria”. El término salía porque en una ocasión en un festival de cine muy importante que no puedo decir el nombre, me dijeron que no quisieron aceptar “Dependencia Sexual”, porque no se mostraba pobreza, no se mostraban indígenas, ni gente muriéndose de hambre y que les parecía que es muy poco consecuente hacer un cine del tercer mundo, sin hambre sin indígenas y sin gente muriéndose de hambre, y eso me pareció tremendamente ofensivo. La exotización de la pobreza, del indigenismo, no es una cosa que queremos hacer nosotros. La “pornomiseria” no quiere decir conflicto dramático. Una mujer con cáncer no es pornomiseria, es un drama social ¿no? Justamente lo que queremos rechazar con la palabra “pornomiseria” es esa expectativa que tienen los primeros mundos de un cine latinoamericano donde se muestra al pobre y que siempre es una persona del primer mundo viniendo a rescatar al tercer mundo de la pobreza del hambre, de la miseria. La exotización de la miseria era lo que queríamos desmarcar de nuestro film, y creo que nuestras historias, por un lado, están llenas de dramaturgia, están llenas de conflicto, porque el cine es conflicto, es dramaturgia, están basadas en conflictos emocionales, sociales, porque eso me parece que es consecuente con el cine latinoamericano, pero no tienen una pobreza exotizada, esperando al gringo o al europeo viniendo a salvarla, eso es pornomiseria para nosotros.

P. ¿Cúal es la Bolivia que muestra Rojo Amarillo Verde?

R. En ningún momento, y por eso era necesario el manifiesto, la construcción o la visión que teníamos de Bolivia no era absoluta ni determinante, sino, como dice el manifiesto, nuestra visión de lo que estamos viviendo nosotros, Martin, Sergio y Rodrigo, en este momento en Bolivia, y como lo vemos. Por eso la necesidad para cada uno de hacer una película en su ciudad, en donde nació, pero por donde hace mucho tiempo no pasa, entonces es una manera de hacer un homenaje, un reencuentro, una caricia, a nuestra ciudad a nuestros conflictos, a lo que estamos viendo y escuchando, y viviendo desde una presencia y desde una lejanía.

P. En la película es notorio el protagonismo de la figura materna y la analogía de la patria como madre.

R. En el momento de hablar del hilo conductor fue una cosa coincidente, porque antes de plantearnos de qué iba a ser la película cada uno propuso su historia y su guión y cuando leímos las tres historias, las tres trataban sobre madres, a pesar de que antes de eso incluso ya habíamos pensado en los colores. Y los colores de la bandera boliviana no eran intencionales, mi cuento se llamaba “Verde”, el cuento de Martín se llamaba “Rojo”, entonces nos parecía lindo el juego, la posibilidad de asociarlo con patria, con nacionalidad, pero al mismo tiempo la arbitrariedad y ambigüedad de esos colores para otros países. Luego hay muchas lecturas de que sí la madre patria, como te he comentado los tres directores hemos nacido en Bolivia pero nos hemos formado afuera, o hemos vivido mucho tiempo afuera, Martín en Cuba, yo en Nueva York, Sergio en Houston, entonces es una idea que queríamos analizar pero nunca definir, sino jugar, rozar, acariciar pero dejar que el público saque sus conclusiones, y por el mismo motivo creo que es un momento político, histórico, donde necesitamos una patria, necesitamos una madre, creo que como bolivianos nos sentimos huérfanos, desarraigados, es una manera de hablar de esos temas, de una manera muy personal, muy local, expandiéndonos a algo mucho más universal, y abierto.

Texto: Bolpress
Imagen: conacine.net

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