martes, 12 de enero de 2010

La tiranía de los proyectos de cooperación (al desarrollo, claro)


He visto algunos programas de cursos soobre eso que llaman "cooperación al desarrollo" o, más sencillamente, "cooperación". Supongo que los hay mejor y peor planteados, no lo sé, pero me asombra que, en algunos, se dedique más tiempo a cómo conseguir fondos para los proyectos, a cómo financiarlos desde los países enriquecidos, que a evaluar seriamente los efectos de dichos proyectos, sobre todo a medio plazo, en los países destinatarios. Todo ello sin ponerse a discutir si se trata de una nueva forma de imperialismo en las que "los de arriba" (los donantes) imponen sus criterios medioambientales, de género, tecnológicos a "los de abajo" (contrapartes en el mejor de los casos). Pongo tres ejemplos, algunos de ellos históricos.

A principios del siglo pasado un etnólogo encontró, en la Amazonía boliviana, un grupo humano que desconocía las herramientos metálicas. En un proyecto de cooperación "avant la lettre" (se empezó a hablar de cooperación cuando se vió que el desarrollismo no funcionaba) decidió proporcionar dichas herramientas pensando que así aumentaría la productividad del grupo y mejoraría el nivel de vida de "aquellas pobres gentes", vistas así desde la perspectiva del etnólogo de país enriquecido. Así lo hizo y se fue. El caso es que regresó al cabo de algunos años y se encontró con que aquel grupo había desaparecido: producción, borracheras, peleas, muerte. Tuvo la honradez de publicarlo en el "American Anthropologist".

Vaya otro caso. En el África al sur del Sáhara, los visitantes extranjeros, de safari humanitario, encontraron la siguiente situación: un grupo humano vivía en casas de barro con techos de paja sujetados por vigas de madera. Hasta ahí, ningún problema. El problema venía cuando se observaba que las mujeres hacían dentro de la casa el fuego para cocinar, con lo que la casa se llenaba de humo, muy molesto, ya que no había chimenea ni hueco en el techo por donde hacerlo salir. Con un proyecto "con perspectiva de género" "avant la lettre" (la tal perspectiva se introdujo cuando se abandonó la idea de un grandioso "desarrollo nacional" y se sustituyó por pequeños poryectos para introducir pequeñas mejoras en la vida de los beneficiarios, proyectos en los que estos últimos no tenían voz ni voto) decidieron proporcionar chimeneas para aliviar la humareda que se montaba en la casa y con ella los ojos de las mujeres. Todo bien hasta que las techumbres se fueron cayendo una tras otra. ¿Qué había pasado? Pues que el humo auyentaba a los insectos xilófagos y, desaparecido, las vigas fueron pasto de estos últimos que encontraron comida abundante y fácil. El humo, en efecto, tenía la función de auyentarlos. Si se hubiese evaluado el proyecto recién colocadas las chimeneas, la evaluación no podría haber sido más positiva, viendo los ojos de las mujeres y la mejora de las condiciones higiénicas de las casas. Otra cosa fue la evaluación a medio plazo.

Y ahora un ejemplo inventado. Una bienintencionada, entusiasta y pequeña ONG, apiadada del frío que veía pasar a los indiecitos del altiplano, buscaron financiación en su universidad o en su ayuntamiento para llevar mantas (frazadas, cobijas) a aquellos probres indiecitos. Las fotos, una vez realizado el proyecto, no podían ser más significativas: había que ver aquellas sonrisas, aquel bienestar evidente en las caras de los niños que ahora tenían con qué taparse. Se trataba, como se puede imaginar, de la llamada "cooperación descentralizada", esa proliferación de agencias financiadoras de proyectos desde el gobierno central al municipal pasando por los autonómicos y provinciales a las que se añaden otras instituciones como universidades o entidades financieras en un galimatías que nadie coordina y que permite que los proyectos se solapen ya que los financiadores no comparten la información y las ONG mucho menos, ya que están dedicadas a competir entre ellas para su financiación que, en muchos casos, significa su supervivencia ya que dedicarán un pequeño pero real porcentaje del coste del proyecto a los gastos de organización y mantenimiento de la ONG. La evaluación, a veces, sólo es la fotografía del bienestar logrado (el viernes vi ese tipo de foto en el anuncio de una ONG en el aeropuerto de Barajas). ¿Seguro que está bien? Pues no está tan claro: puede que se trate de un "pan para hoy, hambre para mañana". Regalando mantitas a los indiecitos, las buenas ONG se pueden sentir satisfechas, pero no vendría mal que pensasen si con ello han destrozado la producción textil local.

Ayer decía que tal vez los proyectos es lo poco que queda a hacer. Hoy digo que hay que tener cuidado.
Texto: blog sobreelmundomundial
Imagen: blogs.publico.es

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