miércoles, 14 de septiembre de 2011

CORAITE, SALVAJISMO, TIPNIS Y LEY CONTRA EL RACISMO



La construcción de la carretera Villa Tunari (Cochabamba) - San Ignacio de Moxos (Beni), está generando una de las crisis más sensibles entre el Presidente Evo, su gobierno y las organizaciones indígenas de tierras bajas, conflicto al que se suman además otros sectores sociales, inconformes con el curso tomado por el MAS, líder circunstancial del proceso de cambio. Al momento, la máxima expresión de estas tensiones es la marcha indígena iniciada por unas 500 personas y liderada por la CIDOB el 15 de agosto en Trinidad, cuyo propósito es la no construcción de esta vía, por lo menos no en las condiciones que el gobierno pretende imponer. Sobre este hecho se han escrito cientos de artículos a favor y en contra y se han escuchado y leído cientos de entrevistas y opiniones en todos los medios de comunicación conocidos. Alrededor de la legítima demanda indígena, incluso han reaparecido desde políticos opositores oportunistas hasta ex dirigentes indígenas negados por sus propios pueblos por sus vinculaciones políticas y/o actos de corrupción. Pero por encima de todo, el conflicto está destapando las grandes diferencias de concepción entre los “modelos de desarrollo” gubernamentales, empresariales, campesinos, colonizadores, cocaleros e indígenas, cuyo recurso fundamental es la tierra.

En este contexto, el día martes 6 de septiembre pasado, Roberto Coraite, Secretario Ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), declaró muy convencido ante los medios de comunicación que la carretera ayudará a los indígenas a salir de su condición de salvajes. “Hay que diferenciar cuál da más beneficio a nuestros hermanos del territorio (indígena), la carretera o mantenerse en la clandestinidad, mantenerse como indigentes, mantenerlos como salvajes por decir”, dijo textualmente. Las palabras de Coraite dan para muchas interpretaciones, pero son en sí mismas una clara expresión de lo que una mayoría de campesinos, “interculturales” y cocaleros posiblemente piensan del modo de vida indígena.

En su concepción evolucionista, “salvaje” se refiere a una etapa de la evolución cultural anterior a la barbarie y a la civilización, esta última idealizada como último peldaño al modernismo. En discusiones teóricas y políticas más recientes, “salvaje” no define única y expresamente una categoría etnográfica sino una concepción de la sociedad occidental de un modo de ser y hacer diferente a sus propias construcciones conceptuales. “La etimología (lat. selvaticus: silvestre) coloca al salvaje del lado de la naturaleza no trabajada por el hombre”, simbolizando una imagen humana grotesca, muy cercana a la animalidad selvática que funciona, dicen, irreflexiva y sólo por instinto. Usado como adjetivo como es el caso del líder de la CSUTCB, salvaje ha pasado a utilizarse como sinónimo de comportamiento instintivo, irracional o, en las propias palabras de Coraite, define a los indígenas como a indigentes, muy alejados de los preceptos fundamentales del capitalismo cuyo fondo es la generación de ganancia en base al uso de los recursos naturales ¿Será esto en lo que pensaba Coraite al hacer su afirmación? ¿Será esto lo que piensan los sectores sociales incondicionales al gobierno? ¿Será esto lo que piensan algunos dentro del propio gobierno? ¿Será eso lo que piensa el propio Evo? ¿Será por esto que las TCO, emblema de las reformas legales desde la década de los noventa, están ahora en cuestión por parte de los sectores “productivos”, civilizados”, “modernos”?

En el año 2010, como esperanzadora muestra de que cambios estructurales son necesarios y posibles para una convivencia democrática y pacífica en un país culturalmente diverso como el nuestro, el gobierno de Morales promulga la Ley 045/2010 denominada Ley Contra el Racismo y toda Forma de Discriminación. En sus disposiciones generales, menciona que su propósito es “establecer mecanismos y procedimientos para la prevención y sanción de actos de racismo y toda forma de discriminación”. La ley, señala claramente principios generales como a). Interculturalidad: entendida como “la interacción entre las culturas”, “instrumento para la cohesión y convivencia armónica y equilibrada” “para la construcción de relaciones de igualdad y equidad de manera respetuosa”. b) Igualdad: “El Estado promoverá las condiciones para lograr la igualdad”, “donde se valore la diversidad, para lograr la equidad y justicia social”. c) Equidad: “Entendida como el reconocimiento a la diferencia y el valor social equitativo de las personas para alcanzar la justicia social y el ejercicio pleno de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales”. d) Protección: “Todos los seres humanos tienen derecho a igual protección contra el racismo y toda forma de discriminación”, “que implique una reparación o satisfacción justa y adecuada por cualquier daño sufrido” ¿Conocerá el compañero Coraite esta Ley? ¿Debería recibir alguna sanción por sus declaraciones? ¿Recibirá, por lo menos, una recriminación de parte de sus aliados en función de gobierno?

Hasta donde se ha podido escuchar, muy pocas fueron las voces que se han manifestado criticando las declaraciones claramente discriminatorias de Coraite. El gobierno ha mantenido un extraño silencio, igual que cuando Evo pidió a sus acólitos cocaleros que enamoren a las mujeres indígenas para que dejen construir su carretera. Las palabras de Evo, y con mayor claridad las de Coraite ¿No son claramente expresiones de discriminación? ¿Será que el ámbito de aplicación de la ley se limita a hechos de racismo o discriminación de blancos u opositores contra indígenas, originarios y/o campesinos, más aún si éstos son los aliados del gobierno? ¿No es igual de grave y lamentable que campesinos, “interculturales” y/o cocaleros discriminen a indígenas por el simple hecho de ser, pensar y vivir de manera diferente? ¿Cuáles son las medidas concretas del Estado Plurinacional, en relación a los pueblos indígenas de tierras bajas que prueben que de verdad ejercemos esta interculturalidad?

Lo cierto es que la marcha, pese al amedrentamiento y al diálogo de sordos que plantea el gobierno avanza y aumenta en su número. A la fecha suman alrededor de 1700 marchistas entre hombres, mujeres, ancianos/as y niños/as, ya no sólo indígenas, sino campesinos/as, originarios y técnicos, hombres y mujeres, de instituciones solidarias y consecuentes con su discurso……….tantos “salvajes”??!! En todos los extremos del país, han surgido además, expresiones de solidaridad (más “salvajes”??!!) con las demandas indígenas como bloqueos, manifestaciones, aportes materiales voluntarios y un largo etcétera ¿Pensará Coraite que todas estas personas que se manifiestan a favor de las reivindicaciones de la marcha son también salvajes? Si es así, y ser salvaje implica defender la legitimidad de un modo de vida, un proceso de verdadero cambio, si significa, en definitiva, ejercer la autodeterminación ¡yo también me declaro salvaje!


Foto: El Día

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