sábado, 24 de octubre de 2009

La gente se educa e informa, pero no reflexiona críticamente sobre sus hábitos consumistas


Este sábado 24 de octubre es el día de acción por el cambio climático. Ciudadanos se movilizan en más de 172 países y realizan más de 4396 acciones, y la Organización de Naciones Unidas (ONU) celebra su 64 aniversario de fundación pidiendo a los líderes del planeta un acuerdo global, equitativo y ambicioso sobre el cambio climático que proteja a todos y allane el camino hacia una economía más ecológica y sostenible.

El objetivo de la inédita movilización ambiental ciudadana es demandar a los líderes políticos y tomadores de decisión un acuerdo decisivo y medidas efectivas para reducir los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera de 390 partes por millón hasta 350.

Trescientos años atrás, 275 partes por millón (ppm) era la cantidad de dióxido de carbono presente en la atmósfera. En la revolución industrial se intensificó el uso del carbón y del petróleo y actualmente 390 es la cantidad de CO2 que se registra en la atmósfera, con tendencia a un incremento de 2 ppm por año.

La mirada del mundo estará puesta en la ciudad de Copenhague, Dinamarca, donde se llevará a cabo la 15ª Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en diciembre de este año. Allí los gobiernos de todo el mundo se reunirán para crear el próximo tratado global para el período 2012 -2020 sobre cambio climático que reemplazaría el actual Protocolo de Kyoto.

El multilateralismo tiene una nueva oportunidad en la actualidad. "De nosotros dependerá hacer de este nuevo ambiente de cooperación y respeto una herramienta eficaz para afrontar los acuciantes problemas que enfrenta toda la humanidad", afirmó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Señaló que en la cumbre de Copenhagen todos los gobiernos del mundo deberán acordar "el plan de navegación para enfrentar el mayor desafío de nuestra generación: el cambio climático".

La lucha contra la pobreza, el hambre, el cambio climático y la proliferación de armas y enfermedades fueron definidos como retos principales de la ONU en el 64 aniversario de su fundación. Ban Ki-Moon afirmó que el mundo está acuciado además por las crisis alimentaria, financiera, de combustible y de la gripe A (H1N1). Todo ello pone de manifiesto una realidad del siglo XXI: compartimos un planeta, un hogar. Como personas, como naciones, como especie, nos hundimos o nadamos juntos.

La crisis ecológica, responsabilidad de todos

El índice de diversidad biológica ha caído 30 por ciento en los últimos 35 años, mientras que la huella ecológica humana -que compara el consumo humano de recursos naturales con la capacidad biológica de la Tierra de producirlos y de absorber los desechos-, excede la capacidad regenerativa del planeta en casi un 30 por ciento, indica el informe Planeta Vivo del WWF.

"De la misma manera en que el gasto desmedido está generando una recesión, el consumo irresponsable está agotando el capital natural del Planeta, hasta el punto de poner en peligro nuestra futura prosperidad", alerta el informe Planeta Vivo 2008.

Al 15% de la población mundial, residente en los países industrializados, le corresponde el 76% del total del consumo mundial. El 20% más rico consume el 58% del total de la energía, el 75% de la electricidad, el 46% de la carne, el 84% del papel, y es propietaria del 87% de los automóviles y del 74% de los teléfonos, revela el Informe Mundial de Desarrollo Humano del PNUD de 1998.

Si la población mundial disfrutara del mismo nivel de consumo de los países de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económicos (OCDE) integrada por sólo 30 países se necesitarían tres planetas para poder abastecer sus necesidades, afirmó el director del Programa Internacional de Bosques del Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF, siglas en inglés) Rodney Taylor en el XIII Congreso Forestal Mundial.

Un sondeo de WWF-Brasil con una muestra de dos mil personas constató que el 13% de los entrevistados usa automóvil como único medio de transporte y que las clases A y B dedican más de 20 minutos al aseo personal. Si ese tiempo fuese reducido a la mitad, el agua economizada sería suficiente para abastecer, por un día, una ciudad con más de seis millones de habitantes.

Si toda la población mundial adoptase un padrón de consumo semejante al de las clases A y B brasileñas, serían necesarios tres planetas para suministrar todos los recursos utilizados, dice el estudio. La organización resalta que, a pesar de que las clases altas poseen más escolaridad y son más informadas, aún les falta una reflexión crítica sobre sus posturas consumistas.

"El estilo de vida y el padrón de consumo de las clases A y B brasileñas es altamente insostenible, si continúa con esos niveles. Vivimos en una sociedad que nos induce al consumo y no nos oponemos a eso. Pero tenemos que pensar modelos de desarrollo que tengan la capacidad de atender al consumo, pero de forma que no genere más presión sobre los recursos naturales", comentó el coordinador del programa Educación para Sociedades Sustentables de WWF Irineu Tamaio.

Científicos de todo el mundo confirman que el cambio climático es consecuencia directa del patrón de desarrollo capitalista que alienta el derroche, el despilfarro, el lujo y que degrada a los seres humanos a la condición de "consumidores" esclavizados por la lógica de la ganancia y de la acumulación de propiedad privada.

El subdirector general de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) William Jackson comentó que se necesita ahora como nunca antes una comprensión más amplia de la gestión sustentable, tanto de su modo de implementación como las modalidades de utilización.

"Si buscáramos una sociedad de consumo, nunca solucionaríamos nuestros problemas. Cuando una persona tiene un auto, quiere otro, y luego un barco y un avión. El consumismo no puede coexistir con la supervivencia planetaria... La próxima generación tendrá que enfrentarse a este tema. No será fácil", sentenció Fidel Castro en una entrevista con Saúl Landau.

Consecuencias del consumismo

Según Max Weber, la acumulación de riqueza como "empresa continua y racionalmente dirigida" es una de las características de la sociedad occidental moderna. En un momento, la estratificación social operó en función a las castas, a la división social del trabajo y a las clases sociales en razón de la acumulación. En la actualidad, la sociedad tiende a dividirse en clases sociales en razón del consumo.

Según el sistema de valores de la sociedad actual, una persona es importante no por sus cualidades sino por su capacidad de gasto. El consumo define la ubicación del individuo en la pirámide social. En ese contexto, crece en proporciones inquietantes la presión del gasto competitivo para mantener un nivel social y el consumo de "bienes de lujo" aumenta más rápidamente que el consumo de "bienes necesarios", advierte Naciones Unidas.

El estilo de vida cada vez más opulento de la sociedad norteamericana duplicó el nivel de aspiraciones de sus ciudadanos. El estadounidense promedio necesitaba 50 mil dólares anuales para "hacer realidad todos sus sueños" en 1986 y en 1994 requería 102 mil dólares. El gasto del consumo mundial público y privado llegó a 24 billones de dólares en 1998, el doble que en 1975 y seis veces más que en 1950, dice el Informe Mundial de Desarrollo Humano del PNUD de 1998.

La ONU observa señales que muestran que los consumidores ejercen presión sobre sus ingresos para comprar cada vez más, con el consecuente aumento del endeudamiento y la reducción de los ahorros del hogar en casi todos los países de la OCDE.

Entre 1983 y 1995, el pasivo del ingreso disponible aumentó del 74% al 101% en Estados Unidos; del 85% al 113% en Japón; del 58% al 70% en Francia y del 8% al 33% en Italia. El hogar medio norteamericano ahorra sólo el 3,5% de su ingreso disponible, cerca de la mitad de la tasa de hace 15 años. Y no sólo los estratos superiores cambiaron sus pautas de consumo: de 1 millón y medio de familias brasileñas con ingresos inferiores a 300 dólares mensuales, dos tercios están endeudadas, añade el informe del PNUD.

El endeudamiento ha ido aumentando constantemente hasta llegar a 5,5 billones de dólares en 1997. Sólo en 1996 el crédito de consumo otorgado por los bancos aumentó el 28%. Gran parte de ese crecimiento es impulsado por el endeudamiento de las tarjetas de crédito, que se duplicó entre 1990 y 1996.

Naciones Unidas considera que "el consumo contribuye claramente al desarrollo humano cuando aumenta la capacidad y enriquece la vida de la gente sin afectar negativamente el bienestar de otros; cuando es tan justo con las generaciones futuras como con las actuales, y cuando estimula a individuos y comunidades vivaces y creativas...".

Sin embargo, añade el organismo, las pautas y tendencias del consumo son "hostiles al desarrollo humano" cuando van en desmedro de la base ambiental de recursos, cuando exacerban las desigualdades o "cuando imponen a los individuos, familias y comunidades el sacrificio del tiempo y las energías que podría dedicar al crecimiento de otros aspectos de su existencia".

Dice el PNUD que el "poder simbólico del consumo puede volverse destructivo". En primer lugar, "si los niveles sociales aumentan más rápidamente que los ingresos, las pautas de consumo pueden desequilibrarse (...) y el gasto del hogar en consumo conspicuo puede excluir elementos esenciales como los alimentos, la educación, la atención de la salud, la atención de los niños y el ahorro para un futuro seguro".

En segundo lugar, el consumo puede convertirse en una poderosa fuente de exclusión. Un adolescente sin zapatos de moda de una marca conocida, sin chaqueta de cuero o anteojos de sol de marca de diseñador puede sentirse avergonzado entre sus compañeros de escuela. "Aún los que pueden consumir lo que desean caen en otra forma de exclusión y pobreza: la pobreza espiritual que los excluye de la posibilidad de vivir una vida plena en todo sentido".

"Aún el disfrute de las cosas a las que se accede es imposible cuando continuamente se está pretendiendo emular o superar al otro, cuando el propio deseo es deseo de lo que los demás desean, cuando la propia conciencia se aliena", reflexiona la ONU.

Al analizar la relación entre consumismo y valores, Naciones Unidas advierte un aumento de conductas patológicas que constituyen "una preocupación importante para la sociedad" en todo el mundo, que van desde el aumento de robos violentos de bienes "de prestigio social" hasta una "mayor incidencia de la compra compulsiva".

Texto: Bolpress
Foto: eldiariomontanes.es

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