viernes, 26 de febrero de 2010

El Chapulín Colombiano


Jorge Mansilla T.

Presa de su inveterada inopia, la Doña Oea, asustadísima porque pronto le ajustarán las cuentas, parada en el centro de su vacío con las patas abiertas por el pánico, se mecha los pelos y chilla:

- ¿Y ahora... quien podrá salvarme?

- Yoooo -se oye una voz seguida de unas fanfarrias de ingreso triunfal a escena.

- ¡El Chapulín Colombiano! -grita la Doña con un alborozo mal ensayado.

Es cuando desde el dintel de una ventana se descuelga un personaje menudito que viste un buzo colorado con cucurucho hasta la cabeza, de donde le cuelgan dos alambres que semejan unas antenas de bicho ortóptero, un grillo, vaya.

El personajito da un salto y se cae de trompa porque se le desbaratan sus botitas de cartulina blanca.

- No contaban con mi estulticia -disimula, blandiendo su chipote chillón. Luego convoca a sus bases:

- ¡Síganme los menos!

Sus presuntos partiquinos se ralean haciéndose los sonsos. El Chapulín Colombiano les dice que están en la Cumbre de Cancún y que deben comportarse en esa altura. Nada.

Alangar Cía le responde que pudo, pero no quiso llegar. El catracho Lobo jura que quiso y no le pudieron poder. El canalero Martin Elli afirma que no quiere ni puede por ahora. El tico Oscarias se resigna porque ya no quiere y menos puede y, en fin, el roto Piñera todavía no puede aunque ya quiere.

Ante semejante despapaye dispersivo, la Doña Oea se angustia bien feo esperando el milagro de los canes, pero nadie le echa ni un triste ladrido.

El Chapulín Colombiano emplea entonces sus maromas verbales, se tropieza con un sujeto y tiene un accidente gramatical. Con todo en su contra perora:

- Como dice el viejo y conocido refrán del Tío Sam: el árbol torcido-jamás será vencido.

Ante el estruendoso silencio de la sala, ensaya otra de sus idioteces: "Al que madruga-como en Honduras-nuestro señor Obama lo ayuda."

Se envalentona el payaso y avanza a paso revuelto hasta quien considera su contraparte y le grita: "¡Si crees que chávez y no chávez no tienes chaviduría!"

- Vete al carajo -le responde el coherente, mientras los demás observan las uribeadas con pena ajena.

Enfrentado al espejo de su exitoso ridículo se engalla el Chapulín Colombiano y lanza unas manotadas y pataditas al aire, retando:

- Defiéndete como varón ahora que estás lejos, porque cuando estás cerca yo me pongo lejecitos...

A esta altura del sainete, la Doña Oea ve su causa perdida e imagina la reprimenda que padecerá a manos de su jefe y amo Ian Ki, el matón del barrio.

La pobre señora trabaja para el gran platudo en calidad de fámula desde 1948, año en que fue contratada en Bogotá casualmente.

La sirvienta hizo de todo para justificar su paga, desde engañar año con año a los inquilinos de Bolivia, por ejemplo, que reclaman su puerta de salida al mar, hasta haberse ofrecido para expulsar de la vecindad a Cuba so pretexto de que daba mal ejemplo con sus conductas respondonas al amo que, por su lado, se comporta wa-shington ni son.

El Chapulín Colombiano seguirá de provocador a sueldo. Le han encargado empeñarse en la camorra contra el apacible Ecuador, la enjundiosa Venezuela y contra quien se deje. Está retearmado en siete bases militares que le acomodó el enemigo de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.

Pero ya no podrá, porque como dice el viejo y conocido refrán: "Esta Humanidad ha dicho basta y ha comenzado a andar."

Texto: Bolpress

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