miércoles, 17 de febrero de 2010

Ritual en plaza Murillo se ofrendó a los suyus


En la plaza Murillo de la ciudad de La Paz, los amautas y yatiris prepararon ayer wajt’as (mesas de ofrenda) para los cuatro suyus (regiones) del Tahuantinsuyo, que fueron ofrecidas a la Pachamama en agradecimiento por el tiempo de la cosecha y como el inicio del Jallu Pacha o tiempo de lluvia en la región del altiplano.

El ritual, que es organizado por la Oficialía Mayor de Culturas del municipio paceño, se cumple desde hace diez años, cada martes de ch’alla, durante los Carnavales. En cada una de las esquinas de la plaza tocaron los grupos autóctonos: Moxsa Uma, Arawimanta, Llajtamayu y Sagrada Coca, que simbolizaron los cuatro suyus o puntos cardinales que a la vez representaron a las regiones.

La región del Tahuantinsuyo proviene de la organización territorial de la civilización prehispánica de los incas, que se extendieron por los actuales territorios de Colombia, pasando por Ecuador, Perú, Bolivia, hasta el centro de Chile y el noroeste de Argentina. Estaba conformado por cuatro suyus denominados: Chinchay Suyu o Chinchasuyo al norte, Qulla Suyu o Collasuyo al sur, Antisuyu o Antisuyo al este y Contisuyu o Contisuyo al oeste.

La celebración por la aparición de los primeros frutos y productos agrícolas usualmente se realiza en el área rural, donde las danzas son acompañadas de música interpreteda con las tarkas, pinkillos y mohoseños, se trasladó a la ciudad con los rituales del martes de ch’alla. En la urbe se festeja por los bienes materiales, principalmente se ch’allan los negocios, las herramientas de trabajo y los bienes. Se encienden cohetillos para ahuyentar las energías negativas y se derrama mixtura de colores y flores, junto al ‘vino de la tierra’ y el infaltable alcohol, que son ofrecidos también a la Pachamama.

El ciclo agrícola del Jallu Pacha, que se repite ancestralmente, coincide con los festejos del Carnaval.

El oficial mayor de Culturas Wálter Gómez dijo que esta clase de rituales obedecen a un compromiso que existe de “revalorización y de fortalecimiento de nuestra identidad”. La autoridad cultural añadió que este tiempo de Jach’a Anata (gran celebración) “sea de prosperidad, de mucha unidad y de trabajo para todos los ciudadanos”. La ofrenda es también una invocación a los achachilas (montañas) para la buena cosecha.

La wajt’a y la ceremonia de la ofrenda

La wajt’a es la ofrenda, el ofrecimiento que se cumple en una determinada ritualidad especialmente dedicada a la Pachamama o Madre Tierra.

Las ofrendas son de diversas clases, dependiendo del acontecimiento. Existen mesas (ofrendas) que incluyen una serie de elementos y objetos que son quemados en una fogata para la salud, la buena suerte, la unidad, el matrimonio, la casa y una infinidad de motivos.

Los yatiris realizan la invocación a las montañas o achachilas para cumplir con la ofrenda en determinados días y en sitios específicos. En el tiempo de lluvia o Jallu Pacha, que coincide con el Carnaval, se ofrenda a la Pachamama por la buena cosecha y para que en el siguiente ciclo se obtenga también una buena cosecha de productos agrícolas y de frutas. Las danzas son la celebración que se cumple después del ritual, acompañadas especialmente en esta época con música que es interpretada con tarkas, pinkillos y mohoseños. Es motivo de festejo la obtención de los primeros productos, porque pese a las lluvias o sequías que suelen presentarse durante el proceso de cultivo, se logró una cosecha buena en beneficio de la comunidad.

Texto: Cambio
Foto: ecodiario.eleconomista.es

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