Ya están perforando en territorio indígena Mosetén y en breve empezarán las detonaciones
Pablo Cingolani y Patricia Molina
El matutino El Diario de la ciudad de La Paz, el jueves 2 de julio de 2009, publicó la siguiente declaración del Ministro de Hidrocarburos del Estado Plurinacional boliviano Oscar Coca con relación al inicio de la Fase 2 del proyecto petrolero Lliquimuni, ya dentro de territorio indígena: "No es correcto, no es cierto de que se estuviera iniciando procesos de exploración y explotación. Lo que pasa es que en la zona le empresa tiene que realizar visitas, por lo menos para identificar algunas áreas". Hacia referencia a denuncias efectuadas por dirigentes indígenas y el Foro Boliviano sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (FOBOMADE).
Hasta ahora, el ministro no ha hecho ningún anuncio que desmienta esta declaración. Por ello, lo decimos nosotros firmemente, y para que el mundo se entere: la empresa norteamericana Geokinetics, subcontratada por Petroandina, ya está perforando las líneas sísmicas que atraviesan el territorio indígena Mosetén y hacia mediados del mes de agosto, empezará lo peor: las detonaciones masivas de dinamita que agravarán de manera irreversible el daño ambiental y social que ya está ocasionando el trabajo exploratorio. (Pueden verlo en video en http://www.youtube.com/watch?v=8Q5iuyaI0Pg)
Esta situación escandalosa, violatoria del conjunto de los derechos de este pueblo indígena, y que promoverá un punto de no retorno para la sobrevivencia del frágil ecosistema de la Amazonía Sur boliviana, fue constatada en el lugar por nosotros en un viaje realizado a las comunidades Mosetenes y sus territorios donde la empresa yanqui está operando.
Lo visto y lo oído semejan más a las imágenes y los testimonios de una guerra no asumida contra las comunidades Mosetenes que a la tan proclamada "política de desarrollo del Norte de La Paz".
Invasión petrolera
Lo que hemos visto son comunidades invadidas por los petroleros.
Campamentos por todos lados, vagonetas y camionetas, buses y camiones de la empresa yendo y viniendo, hombres vestidos de naranja pululando como hormigas (el naranja es el color de los uniformes de la Geokinetics).
Equipos de trabajadores que ni siquiera han pedido permiso a los moradores de las comunidades y se han puesto a trabajar como si fueran de su propiedad.
Vimos líneas sísmicas tendidas a través de las casas de las comunidades. A través de los patios de las casas, ¡donde juegan los niños!, a través de los baños higiénicos, de las canchas de fútbol.
Vimos mojones de las líneas sísmicas, con su señalización en cintillo rojo (que significa explosión) a metros donde vivían hombres o mujeres en paz y tranquilidad, hasta que llegaron los hombres de naranja.
Vimos como esas mismas líneas sísmicas, se internan en el monte virgen, y ya han cortado árboles y deforestado, abriendo espacios brechas y para las compresoras, que exceden los estipulados. ¿Vieron algún chaco (sembradío) por ahí?- nos preguntaban los comunarios intrigados. No, decíamos: era bosque no intervenido, respondíamos, después de haber recorrido kilómetros de la línea.
En un caso, vimos asombrados, con los pobladores que la denunciaron, como la línea sísmica iba directamente hacia la vertiente de la comunidad, hacia su único ojo de agua, situado cerro arriba.
Oímos su relato acerca de que no hay ningún acuerdo, ni compromiso, ni nada para respetar dicha fuente del vital elemento.
Que nadie les ha garantizado lo que va a suceder, ni menos hablado de compensaciones en caso de desastre.
Que, en realidad, es lo que ellos temen. No sólo por el agua, sino porque, desde que llegaron los de la empresa (y sin pedir permiso) y encendieron las máquinas, no ven más aves (el ruido es incesante), ni tampoco animales (que cazaban para alimentarse), ya que ni siquiera los dejan acercarse al bosque. A su bosque.
Cuiden a los niños, les dicen los de la empresa, porque aquí hay explosivos: como si ellos tuvieran la culpa de todo este descalabro a su vida pacífica y armoniosa con la naturaleza de siempre.
¿Qué pasaría, nos angustiamos, si un niño va y pasa y pisa por donde dicen que no debe? ¿Por qué tanta locura?
Cuiden a los niños: y los helicópteros que sobrevuelan la zona todo el día, todos los días. (Se puede ver en video en http://www.youtube.com/watch?v=8Q5iuyaI0Pg)
Seguimos escuchando: que ellos no fueron informados de nada de lo que está sucediendo.
Que algo, alguna vez, les dijeron pero que nadie les contó que esto iba a ser así.
Para empezar que los de la empresa se iban a instalar, así nomás, dentro de ¡la cancha de fútbol de la comunidad!
¡Y que te la van a volar, hermano! En Villa Concepción, hemos encontrado uno de los mojones de la línea sísmica en uno de los laterales de la cancha, a menos de doscientos metros de las casas. Y no era el palo del corner: sino uno de los malditos mojones con cintillo rojo.
Pero vimos más, y tan doloroso como lo antedicho. Vimos dirigentes perseguidos. Dirigentes que no pueden dormir en sus comunidades, con su mujer y sus hijos. Porque los hostigan, los insultan o los pegan. Vimos familias divididas y peleadas entre sí, el padre con el hijo, el hermano con el otro hermano, por culpa de todo esto.
Vimos no sólo dirigentes hostigados y familias distanciadas, sino comunidades enteras asediadas. Como lo que sucedió en Simay, la noche del 15 de julio. (Pueden verlo en un video, si entran a http://www.youtube.com/watch?v=g7G_oYDpKlQ)
Vimos, oímos, sentimos la división absurda de un pueblo indígena. De un pueblo que preexistía a la colonia, a la república, a Bolivia, a todo: un pueblo que ahora que tenemos Estado Plurinacional creíamos que iba a estar más fortalecido que nunca, más unido que nunca, más orgulloso de su cultura, más arraigado en su cosmovisión.
Nos preguntamos: si esto no es una invasión/una agresión/un avasallamiento a las comunidades indígenas... ¿qué es?
La gente está alterada, intranquila, temerosa. La gente no esperaba esto: les hablaron vagamente de "desarrollo" y de "progreso". Nunca de lo que está pasando: algo mucho más peligroso y dramático que esas palabras de por sí peligrosas y dramáticas.
Nos preguntamos: ¿qué va a pasar cuando empiecen las detonaciones? ¿Qué va a pasar cuando la dinamita estalle?
Los hermanos, que nunca fueron informados acerca de los impactos negativos que traería aparejada la actividad petrolera, ya se lo están imaginando.
Y ellos y nosotros, o sea todos los que somos concientes del daño que se le está causando a los Mosetenes, estamos no sólo preocupados, sino horrorizados.
Petróleo o derechos de los pueblos
No hay ninguna razón que alcance para justificar lo que estamos describiendo (e invitamos a todos a acudir a las comunidades Mosetenes para certificarlo) ya que ninguna paradoja se resuelve.
Y lo que está pasando en la Amazonía Sur de Bolivia es paradojal, ya que todo lo anotado sucede en el marco de la vigencia del primer Estado Plurinacional del mundo, encabezado por Evo Morales Ayma, el primer presidente indígena de la historia boliviana.
Que el ministro Coca desmienta que la empresa que está operando es la norteamericana Geokinetics.
Que el ministro Coca desmienta que esta empresa está operando en territorio indígena.
Que el ministro Coca desmienta que las comunidades no entienden lo que está sucediendo, que se está alterando su modo de vida, que se están violando sus derechos humanos.
Que el ministro Coca desmienta que hoy en Bolivia vale más un deplorable estudio sísmico para buscar petróleo que los derechos del pueblo indígena Mosetén.
Las paradojas no se resuelven. Es la historia de los pueblos la que siempre encuentra su propio cauce.
Texto: Bolpress
Foto: oilwatchmesoamerica.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario