viernes, 4 de septiembre de 2009

Bases militares... ¿para qué?


Henry Ramírez Soler

La presencia de militares de Estados unidos no es un asunto nuevo en Colombia, desde hace años están presentes en lo que el Gobierno de ese país ha llamado lucha contra las drogas y el terrorismo. Esta presencia fue reforzada económica y logísticamente con la puesta en marcha del Plan Colombia, diseñado en 1998 durante la presidencia de Andrés Pastrana. Igual que las bases militares, este plan fue elaborado en Estados Unidos y a espaldas del pueblo colombiano.

Esta nueva etapa de fortalecimiento militar norteamericano ha sido criticada no sólo por el pueblo colombiano sino por la comunidad latinoamericana. El Gobierno colombiano y el de los Estados Unidos han respondido a las criticas en su habitual juego de lenguaje para disfrazar los hechos, diciendo que en Colombia no se instalarán bases militares norteamericanas sino lo que se ha hecho es profundizar los acuerdos militares entre los dos Estados.

La justificación de la parte colombiana se centra en su lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Por un lado, el discurso del presidente Uribe afirma que el terrorismo —según él “la guerrilla y toda oposición política”— está derrotado y que la victoria militar es inminente, y por otro lado afirma que los cultivos de coca han disminuido. Estas dos justificaciones presentan varias ambigüedades: si hay una derrota militar del “terrorismo” y los éxitos de la “seguridad democrática” durante estos dos periodos presidenciales son evidentes, ¿por qué hoy se necesita fortalecer la presencia militar norteamericana? ¿No debería ser lo contrario? Por otro lado, la justificación de lucha contra el narcotráfico presenta innumerables contradicciones, la primera, si es para controlar el tráfico aéreo y marítimo de las rutas, ¿por que es necesario hacerlo desde suelo colombiano, controlando todo el continente, y no hacer un control en las fronteras de Estados Unidos? ¿No sería mejor que Los Estados Unidos Controlaran sus propias fronteras en vez de controlar la de terceros países? La segunda contradicción se refiere al control territorial del Ejército colombiano y su coincidencia con el control paramilitar en gran parte del territorio. El Gobierno colombiano y el de los Estados Unidos no hablan de bases militares norteamericanas en Colombia, pero entonces ¿qué son? Ellos hablan de acuerdos militares bilaterales que se pueden ir firmando de acuerdo con las circunstancias; los medios hablan de siete bases, pero haciendo bien el calculo podrían ser ocho o más, según “las necesidades…”

Desde el inicio del Plan Colombia y luego el Plan Patriota, las bases de Tres Esquinas y la de Larandia, ubicadas en el departamento de Caquetá, eran utilizadas para la operación de aviones y de inteligencia técnica norteamericana. Desde allí se controlaron las fumigaciones con Glifosato y el control sobre la población, dándose un incremento de la guerra y aumentando el número de desplazamientos como el de las comunidades del Bajo Ariari, en el departamento del Meta, o las comunidades de Puerto Asís, en el Putumayo. Éstas evidencian las verdaderas intenciones, el control militar estuvo dirigido hacia la población civil, se presentaron asesinatos y desapariciones bajo la responsabilidad de las fuerzas militares.

Algunos periódicos hablan también de la base naval de Cartagena, que sería incluida en “estos acuerdos”, lo que nos daría un total de seis bases aéreas y dos navales...

Las diversas expresiones organizativas y asociativas que trabajan por la paz y la defensa de los derechos humanos han expresado que el fortalecimiento de la capacidad operativa de la base de Palanquero reforzará la ya existente presencia militar estadounidense en otras bases de Colombia, tales como Tres Esquinas y Tolemaida. “La militarización de Palanquero es un obstáculo para las efectivas y visionarias iniciativas de paz, tales como promueven comunidades de todo el país, así como para intercambios humanitarios desarrollados por Colombianos y Colombianas por la Paz”, dice Danilo Rueda, de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.

El control de zonas del alta biodiversidad, de zonas de posibles megaproyectos agroindustriales (palma, caña de azúcar) o de infraestructura (exploración petrolera, poliductos) será una tarea fundamental de estas nuevas bases, su tarea será permitir que empresas multinacionales y los grupos empresariales colombianos disfruten estos recursos sin la oposición de los pobladores de estas regiones, quienes son sus legítimos propietarios.

¿Una Escuela de las Américas en Colombia?

Otro elemento importante a tener en cuenta es que el fortalecimiento logístico, operativo y militar de estas bases, a partir de los acuerdos que se iniciaron a firmar, están dirigidos a sustituir a la antigua Escuela de las Américas y otros sitios de entrenamiento militar de Estados Unidos para ejércitos latinoamericanos. En una comunicación escrita el 28 de julio de 2009 a los senadores colombianos, el Ministro del Interior, Fabio Valencia, afirmó que el acuerdo está dirigido a “profundizar la colaboración en áreas como interoperabilidad, procedimientos conjuntos, logística y equipo, capacitación e instrucción, fortalecimiento de la capacidad de reconocimiento y monitoreo, ejercicios conjuntos y especialmente intercambio de información de inteligencia”.
Es claro el objetivo de este tipo de acuerdos en el sentido de pretender extender los manuales de procedimiento militar de los Estados Unidos en Ejércitos como el colombiano, o el peruano, que sigue los lineamientos del Comando Sur.

Este tipo de acuerdos son una reingeniería militar de la Escuela de las Américas, cuestionada incluso por muchos ciudadanos de los Estados Unidos. Hacen parte de la lógica de control y exterminio de la oposición política en Colombia y en otras expresiones políticas que no siguen las directrices de la política norteamericana.

Es claro que hechos como las interceptaciones telefónicas realizadas ilegalmente por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS, la policía política dependiente directamente del presidente de la República) desde el 2002, a magistrados, políticos opositores al gobierno, defensores de derechos humanos, periodistas y hasta la misma Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, serán prácticas reforzadas y con tecnología de inteligencia militar norteamericana.

¿Un control regional?

Sobre la puesta en marcha de estas bases militares y con ayuda del Comando de Transportes y AMC, el Comando Sur indicó que “casi la mitad del continente puede ser cubierto por un C-17 sin recarga de combustible” desde Palanquero. Con una carga suficiente de combustible. “Un avión C-17 podría cubrir todo el continente, con excepción de la región del Cabo de Hornos”, escribieron los que planearon el AMC.

Este “pequeño detalle operativo” es parte de las preocupaciones expresadas por Brasil. El Gobierno brasileño ha manifestado sus inquietudes frente al establecimiento de estas bases militares, que la decisión de ampliar la presencia militar del Comando Sur en la región es un elemento de riesgo para desestabilizar y controlar la región. Las declaraciones del canciller Celso Amorim y del asesor para asuntos internacionales Marco Aurelio García fueron claras: “Lo que preocupa a Brasil es una presencia militar fuerte, cuyo objetivo y capacidad pueden ir mucho más allá de lo que pueda ser la necesidad interna de Colombia”, dijo Amorim a Folha de Sao Paulo. También afirmo que existe una contradicción entre la afirmación de Bogotá, de que las FARC están prácticamente aniquiladas, y el aumento de la presencia militar estadounidense para combatirlas.(...)

Un control que va más allá de las fronteras colombianas sin entrar a desarrollar las tensiones que Colombia ha tenido con la República Bolivariana de Venezuela y Ecuador, es claro que la presencia norteamérica es un elemento de tensión para la región y por eso varios presidentes de Unasur han manifestado sus preocupaciones, pero el gobierno de Bogotá se mantiene en su posición de que es una cuestión de soberanía Nacional. “El acuerdo se cerró”, así lo expreso el canciller Bermúdez a la revista Semana.

Como están las cosas, estas bases se implantarán y los acuerdos se seguirán estableciendo, lo que será un desafío para la seguridad de la región y de la diplomacia de la recién creada Unasur.

También será un desafío político para las organizaciones de paz como Colombianas y Colombianos por la Paz, que seguirán desarrollando sus acciones en un ambiente hostil por parte del Gobierno colombiano y de cierto sector de la sociedad colombiana.

INSTALACIONES militares ESTADOUNIDENSES en colombia

Las nuevas bases que entran a funcionar en el marco de los acuerdos con Estados Unidos son aéreas y marítimas:

1. La base aérea de Apiay en el departamento del Meta.
2. La base aérea de Malambo, ubicada en el área metropolitana de Barranquilla.
3. La base aérea de Palanquero situada en Puerto Salgar Cundinamarca.
4. La base aérea de Tolemaida, en Melgar Tolima.
5 . La base naval de Bahía Málaga, en el pacífico colombiano, cerca de Buenaventura.
6. La base naval de Cartagena.
Éstas se suman a las que ya eran utilizadas por soldados de Estados Unidos:
7. La base aérea de Tres Esquinas, ubicada en el departamento de Caquetá, desde la que hacían presencia militares norteamericanos y aviones de control.
8 . La base aérea Larandida, en el departamento de Caquetá.

Texto y foto: Cambio

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